La aventura de leer: la capacidad de inquirir y de desvelar enigmas

Hoy sube al trapecio el pensamiento creativo de Andrés Calero, un maestro y psicólogo que apuesta firmemente por mejorar la comprensión lectora en la escuela.

Autor de varios libros sobre este ámbito del aprendizaje, Andrés Calero ha formulado aportaciones teórico-prácticas sobre la enseñanza-aprendizaje de estrategias de comprensión lectora desde la perspectiva metacognitiva, con alumnado de Educación Primaria y Secundaria Obligatoria.

Os invitamos a leer este artículo sobre la aventura de leer que ha desarrollado como si de una doble pirueta se tratase. ¡Esperamos vuestros comentarios!

LA AVENTURA DE LEER:

LA CAPACIDAD DE INQUIRIR Y DE DESVELAR ENIGMAS

Por ANDRÉS CALERO

“Si la vida es un sueño,
como dijo algún navegante atribulado,
prefiero el trapecio
para verlas venir en movimiento”

Manolo García 
(Compositor y cantante)

Cuando Tana me invitó a subirme a la barra de su “trapecio de tinta”, para hacer un recorrido reflexivo sobre el significado del hecho de leer y de acercarse al lenguaje escrito, construí una inmediata asociación de ideas entre tres personajes: dos ficticios, personificados uno en el de la letra de una de las canciones de Manolo García, y en el de la narración de Kafka Un artista del trapecio , y otro real, que se encarna en algunos de los alumnos de Educación Primaria y Secundaria de nuestras escuelas. En los tres casos, existe un nexo de unión representado por la distancia y la falta de acomodación intelectual al vacío y la realidad vital que se les ofrece a los dos primeros, y a la experiencia cognitiva y de aprendizaje de los últimos. En consecuencia, estos personajes deciden vivir sobre “su” trapecio, para “mover” su imaginación y su natural capacidad de inquirir sobre el mundo que les rodea, y así poder comprenderlo.

Leer tiene que ver con la capacidad para autocuestionarse sobre lo que se lee, con  indagar, con seguir pistas, con descubrir. Y en ese camino, como en la mayoría de viajes, importa más el camino mismo y lo que vamos encontrando, que el hecho mismo de llegar al destino. Consideradas como habilidades de pensamiento de alto nivel, cuando estas destrezas se desarrollan tempranamente en la escuela o en el hogar, se asientan las bases intelectuales de la creación de lectores con pensamiento divergente, que aprenderán a plantearse a sí mismos preguntas durante el proceso que siguen para construir significado del texto que leen, utilizando para ello herramientas intelectuales (estrategias cognitivas y metacognitivas), que les ayuden a planificar y controlar diversas hipótesis previas y variadas sobre la lectura, ideas originales u opciones distintas de inferencias, o alternativas de supervisión y control sobre la comprensión del significado que el texto les va ofreciendo.

 

¿QUÉ HAS APRENDIDO HOY? ¿HICISTE HOY UNA BUENA PREGUNTA?

La idea de que la cultura de aprendizaje que se establece en las aulas influye en el desarrollo cognitivo es crucial para entender dónde estamos, porque los sistemas educativos moldean no sólo el conocimiento, sino la forma de pensar de nuestros hijos. En el caso de la capacidad para inquirir sobre lo que leen, aunque muchos de ellos han llegado a ser auténticos expertos en memorizar y saber responder a las preguntas que los profesores les hacen, han llegado a olvidar las más importantes de todas: las suyas propias, aquellas cuyas respuestas les adentran en un tipo de conocimiento más profundo y más activo en la relación con el texto.

Las dos preguntas que dan título a este epígrafe, representan dos concepciones del aprendizaje radicalmente distintas, sobre las que la escuela actual sigue debatiendo.

Aplicadas a una tarea lectora, cuando tienen que responder a esas dos preguntas, se espera de los niños que pongan en juego distintos procesos de conocimiento. La primera de ellas «¿Qué has aprendido hoy?”, es una pregunta recurrente que sufren muchos alumnos cuando por la tarde llegan del colegio. Quien hace esta pregunta espera del niño un tipo de pensamiento convergente, y haber contestado correctamente a todas las preguntas que el profesor les ha hecho oportunamente. La segunda pregunta «¿Hiciste hoy una buena pregunta?» no es usual, básicamente porque a los niños no se les enseña a preguntar, mutilándoles así su tendencia natural que desarrollan desde la infancia para inquirir sobre las cosas y los actos de conocimiento, llegando  a descubrir que las preguntas sólo las hacen los profesores, que las suyas no son importantes. Sin embargo, el adulto  que plantea esa pregunta, supone en el estudiante un estilo de pensamiento estratégico y divergente, con una implicación deliberada y activa en la comprensión del texto que ha leído, y en la construcción de conocimiento.

En la creación de lectores que sean capaces de hacer todos los días una buena pregunta está el futuro de muchos alumnos,  porque leer es un proceso de construcción personal de significado y diálogo con el texto, en el que esa capacidad de inquirir juega un papel muy importante, como herramienta de conocimiento y de supervivencia en una sociedad de la información como la nuestra.

Herramientas de la mente

 

EL LENGUAJE ESCRITO Y LA CAPACIDAD PARA AUTOCUESTIONARSE SOBRE LO QUE SE LEE

El lenguaje escrito es/debe ser un instrumento cultural al servicio del desarrollo humano, que habilite al lector a deambular por el texto haciendo más explícito su pensamiento, imaginando,  planteándose preguntas, aprendiendo, y regulando el conocimiento que obtiene  a través del uso de las herramientas de la mente. Cuando esto no ocurre, nos encontramos con generaciones de estudiantes desinteresados por lo que leen, cansados de responder a las famosas “fichas”  -cuya funcionalidad es más ocupacional que de aprendizaje-  con baterías de preguntas que los profesores, o los propios textos les plantean.

Una herramienta de la mente, en términos del enfoque vygotskiano del aprendizaje, es algo que nos ayuda a resolver problemas, un instrumento que facilita el problema de la comprensión de un texto, y que voluntariamente sitúa al lector en un contexto activo de aprendizaje. En el caso de la lectura, esas herramientas son las estrategias cognitivas y metacognitivas que los lectores competentes suelen utilizar para,  por ejemplo,  predecir lo que van a leer, visualizar o imaginar lo que están leyendo, o autocuestionarse sobre lo que leen. Se trata de destrezas que no se tienen si no se enseñan en las escuelas desde los primeros cursos, y que no hacen sino ampliar nuestras habilidades naturales para penetrar en el texto, y para percibir y sentir la información y el conocimiento que en el mismo se nos  describe. Ello exige maestros formados en la idea de que el lenguaje escrito es un instrumento  cultural de comunicación que posibilita la toma de conciencia de uno mismo en la tarea lectora. 

Cuando, por ejemplo, a los lectores iniciales se les plantea la lectura de una narración, y el profesor no les descubre explícitamente la existencia de estos procesos de pensamiento de alto nivel, no saben qué hacer para comprender lo que leen, no dirigen su mente hacia un propósito de lectura, y se limitan a comenzar a leer sin demora, perdiéndose en las palabras del texto sin aporte alguno de capacidad para descubrir el conocimiento, y abocándose en el futuro  a “subirse a un trapecio” que les posibilite poner en movimiento  su imaginación, el deambular, el balanceo y la interacción creativa con el texto, en una aventura plena de comunicación consigo mismos y con la construcción personal de significado.  

¡Construyamos esos trapecios en las aulas!

 

Podéis seguir al profesor Andrés Calero en su blog:

www.comprension-lectora.org 

Acerca de Cayetana Sanz

Coordinator projects and independant documentalist http://about.me/cayetanasanz Ver todas las entradas de Cayetana Sanz

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