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Celebrando la WCIW2015 rascándonos la cabeza con Isabela Méndez. ¡Lloverán ideas!

Hoy empieza una celebración en el mundo a la que se suma este trapecio digital: la WCIW (La semana mundial de la creatividad y la Innovación).

Un tiempo para animarnos a usar nuestra creatividad, para que tomemos conciencia de que todos tenemos «capacidad creativa» y, sobre todo, para que veamos de qué manera la podemos usar par dar forma a un futuro mejor en el mundo.

En este blog este año vamos a celebrar la WCIW homenajeando a 3 mentes creativas e innovadoras: la artista Isabela Méndez, la escritora y analista digital Neus Arqués y la coach del pensamiento creativo Irina Mishina (Ima Blumm).

En este primer artículo va dedicado a la primera de ellas, a Isabela Méndez, artista, escritora, poeta, ilustradora y cuentacuentos, mágica y talentosa donde las hayan.

Isabela nunca deja de sorprenderme, además de ser una fuente de inspiración constante en mi vida. Su manera de sentir el mundo y como lo muestra en sus obras, es magnética y sugestiva. Tiene una habilidad y un talento soberbios para crear y contar pequeñas historias en las que se cobijan grandes mensajes. Leerla es un lujo y una delicia, igual que lo es reseguir el trazo de sus dibujos y más aun escuchar de su voz contar un cuento o leerlo en voz alta. Tiene una cuenta de Twitter desde la que emite micropoesía, os la recomiendo: @mendezisabela. Allí publica también sus «Twitts ilustrados»: micropoesía ilustrada en 140 caracteres. La historia que comparto a continuación, nació justamente de uno de esos twitts.

Me parece que nada mejor para dar pistoletazo a la celebración de la WCIW2015 que compartir este ingenioso, divertido y brillante poema de Isabela Méndez que habla del proceso creativo.

¡Ahí va! ¡Que lluevan las ideas! ¡Y que os empapen!

 

BAJO EL MOÑO  Por Isabela Méndez

Si le pican las ideas,
rasque con delicadeza,
así saldrán de su moño
sin embotar su cabeza.

Una vez en el ambiente,
contémplelas con vigor,
y elija con libertad
la que resulte mejor.

Con ímpetu apasionado
defienda su decisión,
poniendo la buena idea
en el campo de la acción.

Aquellas que no ejecute,
y resulten atrayentes,
guárdelas y úselas luego
en momento conveniente.

Si vuelve la comezón
de ideas entre el peinado,
repita el procedimiento
con elegancia y cuidado.

Pero si tras todo esto
persistiera tal picor
“suéltese el moño” y esparza
ideas alrededor.

Preferible es compartirlas,
a sentir el desconsuelo,
que nos produce tenerlas
enredadas en el pelo.

Mujer rascando ideas
Pincelada de Isabela Méndez
Técnica: Tinta sobre papel
Título del cuento-poema: Bajo el moño

 


La aventura de oír

Hoy tenemos el placer de publicar una colaboración del profesor, periodista y escritor José Julio Perlado, quien ha tenido la amabilidad de escribir este artículo sobre la lectura en voz alta para ser publicado en paralelo en su blog y en este trapecio de tinta desde el que nos gusta explorar el lenguaje y la comunicación.

Os invitamos a leer con calma el texto del profesor Perlado y a reflexionar en sus ideas. Creemos sin lugar a dudas en el poder de la lectura en voz alta como poderosa herramienta, no solo de aprendizaje sino de interacción con los textos con la que desarrollar y fortalecer la comprensión lectora.

En la actualidad José Julio Perlado publica de forma asidua en Mi Siglo. La invención de la realidad (su blog), en donde acumula más de un millón y medio de visitas. Os animamos a pasear por su «siglo», no os defraudará el paseo.

LA AVENTURA DE OÍR

Por José Julio Perlado

«La voz en la lectura en voz alta es como un tapiz de las mil y una noches de la literatura que tomara impulso sobre la memoria, sobrevolara los tejados de la imaginación, evolucionara por encima de los oídos, de las mentes y de las conciencias. Es la voz la que despierta a los textos, las voces de los diálogos, los ahogos de las exclamaciones, la curiosidad abriendo interrogaciones, el manso pasear de la prosa sobre el silencio. Es la voz la que hace sonora a la palabra escrita, palabra nacida en el secreto de la creación y resucitada gracias a la voz.»

José Julio Perlado

 

Foto: Gregory Colbert

Foto: Gregory Colbert

“Para el niño pequeño –escribió Ana Pelegrín en La aventura de oír, la palabra oída ejerce una gran fascinación. La palabra y su tonalidad, su ritmo, los trazos afectivos que teje la voz cuando es temperatura emocional, calma, consuelo, ternura, sensorialidad latente”. Las modulaciones de voz, el tono persuasivo en el narrador, el agudo y tembloroso de un personaje, el agudo y tímido de otro, el tono medio, grave de un tercero, todo eso nos va introduciendo en el secreto de una historia cuyo misterio se abre gracias a la lectura en voz alta. Pero no solamente el niño recibe ese secreto. Recuerda Umberto Eco en el prólogo a Mi Dante de Roberto Benigni –el episodio-espectáculo que duró trece días seguidos en la Plaza de Santa Croce, en Florencia, donde cinco mil personas escucharon recitar versos de la Divina Comediaque en el siglo XlX, cuando hacían furor Los misterios de París de Sue o El conde de Montecristo de Dumas, la mayoría de los apasionados del género no sabía leer, y se reunían al caer la tarde en el patio o en la calle para escuchar al intelectual de turno, al portero o a algún comerciante que sabía contar cuentos, tal y como ahora uno se sienta delante de la televisión a escuchar a Benigni.

En diversas publicaciones de prestigio se ha alabado el “saber decir” del actor italiano recitando a Dante. “Fue como escuchar una música sublime”, señalaba “Sunday Telegraph”; “Su entusiasmo es adictivo, incluso contagioso –decía otra revista– Cada frase, cada palabra traducida es una invitación al desafío de aprender”.

En La Historia de la lectura – el volumen dirigido por Giuglielmo Cavallo y Roger Chartier -, al hablar de la Grecia clásica, se recuerda que lo escrito estaba incompleto sin la voz, es decir que lo que se había redactado debía ser apropiado después por una voz con el fin de realizarse plenamente. El escritor contaba con la llegada de un lector dispuesto a poner su voz al servicio de lo escrito con miras a distribuir su contenido a los transeúntes, a los “oyentes” del texto. “Contaba con un lector que seguiría el paso obligado de la letra. Leer era, pues, poner su propia voz a disposición de lo escrito (en último término, del escritor). La voz del lector se sometía, se unía a lo escrito. Ser leído era, por ende, ejercer un poder sobre el cuerpo del lector, aun a gran distancia en el espacio y el tiempo. El escritor que lograba hacerse leer actuaba sobre el aparato vocal del otro, del que se servía, aún después de su muerte, como instrumento vocal, es decir, como alguien a su servicio, como de un esclavo”.

Es muy interesante ese sentido del “aun después de su muerte”. Después de la muerte de Quevedo, de Góngora, de Cervantes, después de la muerte de Herman Melville o de León Tolstoi, por poner algunos ejemplos, la voz de quien lleva la lectura en voz alta arrastra los sentimientos íntimos de esos autores, los eleva en el aire, los conduce gracias a la expresividad, los precipita o los retrasa según las velocidades del ritmo de lectura, y he aquí que el oído que escucha va inflamando enseguida a la mente, despierta aún más a los sentidos, y uno, a través de la lectura en voz alta, entra emocionado por los pasillos de los sueños de Quevedo o por las galerías deslumbrantes de los bailes de Tolstoi en Guerra y Paz. Después de la muerte de muchos escritores, éstos se hacen, pues, muy “vivos” en sus obras gracias a la voz. Célebres escritores se han formado en su infancia en el cauce de la lectura en voz alta. El escritor hindú V.S. Naipul cuenta cómo su padre le leía párrafos de Oliver Twist o los Cuentos de Charles Lamb, pero también cómo en el colegio el profesor Worm se sentaba “y nosotros –dice– nos colocábamos a su alrededor, de pie, intentando guardar silencio. Él miraba el libro de  Collins Classics que, curiosamente, entre sus gruesas manos parecía un libro de oraciones, y nos leía a Julio Verne como si rezara”.

recitar

El necesario placer de leer en voz alta

Tal es el dominio de la voz, el encantamiento de la pronunciación, los frutos de una recitación en prosa o en verso. No todos los escritores afamados han sabido leer bien sus propios textos. En el Museo de la Voz, por ejemplo, puede escucharse a famosos autores españoles incapaces de leer bien lo que escribieron de modo admirable y en cambio oímos, profunda y melódica, la voz de Baroja acunándonos con su cántico al viejo acordeón. Pero no tienen por qué ser los escritores quienes siempre se lean a sí mismos. Hay recitales sorprendentes de autores y también hay intervenciones de lectores exquisitos. La voz en la lectura en voz alta es como un tapiz de las mil y una noches de la literatura que tomara impulso sobre la memoria, sobrevolara los tejados de la imaginación, evolucionara por encima de los oídos, de las mentes y de las conciencias. Es la voz la que despierta a los textos, las voces de los diálogos, los ahogos de las exclamaciones, la curiosidad abriendo interrogaciones, el manso pasear de la prosa sobre el silencio. Es la voz la que hace sonora a la palabra escrita, palabra nacida en el secreto de la creación y resucitada gracias a la voz.


Burbujas de placer

Con este cuento de ISABELA MÉNDEZ que forma parte de su espectáculo «A FLOR DE PIEL», queremos despedir el año y dar la bienvenida al nuevo.

¡Dadle al play! Vuestras pantallas se inundarán de burbujas, ¡estáis avisados!


Mestizaje

Una reflexión sobre colores, palabras, acentos, pieles, pensamientos… de la mano de Amparo Matilda Escribano Cienfuegos.

poema trenzas

TRENZAS


Trenzas mestizas
Fotografía: Amparo Matilda Escribano Cienfuegos


Darle cuerda al mundo y escuchar como suena

A lo largo de esta semana presentaremos nuestro proyecto de lectura en voz alta Textos para comer por el oído en el marco del I Congreso Internacional sobre Educación y Socialización del Patrimonio en el Medio Rural (18, 19, 20 y 21 de septiembre de 2013, Malpartida de Cáceres).

La nuestra es una iniciativa que invita a explorar los textos por el oído, un proyecto alrededor de la escucha, sobre el patrimonio intangible de las palabras y la materia sonora de la que están hechas.

Con motivo de nuestra participación en dicho congreso, pedí a Isabela Méndez, la actriz y escritora junto a quien hemos desarrollado las diferentes propuestas que configuran el proyecto, que escribiese una breve reflexión acerca de la escucha, de lo que para una actriz y escritora es el sonido de las palabras y del lenguaje. Ella ha ido un poquito más allá y nos confiesa en este texto como escucha el tiempo y el mundo, como siente su latido y lo descifra y recibe a través del oído. Isabela nos regala un billete, una invitación a darle cuerda al mundo.


Las texturas del tiempo
Ilustración de Juan Luis López Anaya
Técnica: Acuarela con tinta china 

TICTAC, TICTAC, TICTAC… por Isabela Méndez

Tictac, tictac, tictac, solíamos escuchar el paso del tiempo, el reloj parecía exprimir su propia esfera, sacar de ella segundos, agruparlos en minutos, almacenarlos en horas… El transcurrir de los días sonaba. Para mantener el reloj funcionando, debíamos darle cuerda. Era un momento mágico, en el que tras girar las minúsculas llaves, insuflábamos vida a aquel planeta de muñeca, o de pared.

Hoy ya casi no se ven relojes de ese tipo, ahora el tiempo parpadea en pantallas, sin percusión, sin campanas, sin cucos. Un tiempo mudo.

Yo me confieso enamorada del sonido y, por ende, del silencio, del entramado que generan para darnos pistas sobre el mundo. Quizás ese amor lo siento en parte porque soy actriz y sé la responsabilidad que recoge una palabra, el peso de un silencio, de las intenciones que cabalgan sobre las entonaciones a la hora de hablar, o de callar. Pero estoy segura de que hay otro aspecto que me ha convertido en devota del lenguaje hablado, y es el hecho de que nací con problemas severos de visión, razón por la cual, buena parte de la información que descifro a diario, la recibo por el oído.

La escucha es una herramienta básica de observación para una actriz, pues es del mundo real del que absorbo modismos, matices, acentos, atmósferas, que luego nutren a mis personajes y brindan un amplio abanico de opciones a mis narraciones de cuentos.

Disfruto como una niña de las conversaciones de la gente, del que canturrea por la calle, de las vendedoras, de los carniceros a la hora de hablar de sus productos, todo sirve para aprender y aprehender. Pero mientras yo me dedico a escuchar, la inmensa mayoría de la gente se dedica a ver. No solo la vida cotidiana sino también el recreo parecen entrar casi exclusivamente por los ojos. Hoy en día la multiplicidad de efectos visuales que ofrecen la televisión, el cine, los videojuegos y los videoclips de los cantantes,  dejan muy poco margen a la escucha. Hay tal saturación de estímulos para la vista que se está desaprendiendo a sentir y entender, a imaginar a partir del oído. Antes había espacio para los cuentos alrededor del fuego, para la radio, ahora es casi una obligación que te distraigan visualmente.

Sigo nadando contra corriente y tengo la alegría de ir acompañada, vamos en cardúmenes, y es que algunos continuamos apostando por la escucha. Por eso os animo a probar, a leer en voz alta, a sentir los sonidos de la calle, del bosque, de la plaza, del parque. Os invito a imaginar usando el oído, a crear vuestros propios lienzos y escenas,  partiendo de la variedad de sonidos que os arroja el mundo.

Volved al tictac, asomaos con el cuco para celebrar cantando que ha pasado una hora, trepad con las orejas a un campanario y haced una fiesta cuando repique.

¡Que suene el mundo! ¡Dadle cuerda!

NOTA:

El dibujo que acompaña esta reflexión pertenece al cuento-twitt de Isabela Méndez Las texturas del tiempo y es obra del ilustrador Juan Luis López Anaya, colaborador de este blog.


Rasgar colores

La historia de la curiosidad de una niña que un día metió sus deditos en un lienzo porque quería saber qué había detrás de los colores. Lo que descubrió fueron nuevas posibilidades.

Esa niña sigue siendo hoy inquieta y vital, se convirtió en pintora y poeta. Estos días ha abierto un canal en una red social para compartir sus poemas y experiencias, y donde os espera para conversar.

Ella es Amparo Matilda Escribano Cienfuegos y, no es casualidad, habita en un lienzo sonoro, un lugar que os invitamos a visitar.

En este audio nos explica un sueño, el de rasgar colores.


Belleza cotidiana

amanecer mediterráneo

Amanecer en el Mediterráneo
Verano 2013
Fotografía: Maite Mena

Hoy amanecí con la sorpresa de recibir una fotografía en mi móvil. Al verla supe que era mucho más que una imagen, lo que me enviaban era un instante de belleza, un momento cotidiano, una maravilla que ocurre todos los días. Y esta, además, tiene lugar muy cerquita de mi casa.

Imposible no compartirla en mi blog. Más, cuando la artífice de esta espectacular fotografía es una amiga muy querida.

Maite, te lanzo un guante, ¿lo coges?… ¿Qué te parece si empiezas a construir un álbum sobre momentos cotidianos y lo subimos a mi trapecio de tinta? Estoy segura de que sería un proyecto de altos vuelos.

PS: Hago extensivo este lanzamiento de guante a todos aquellos seguidores de este espacio que a diario lanzan disparos fotográficos. ¡En este trapecio impulsamos la belleza que nos rodea!

NOTA para Maite: Gracias por compartir siempre tus momentos con los demás. Eres un sol de persona.


Café, anís y canela: te invitamos a probar nuestra fragancia de verano

Como los mejores perfumistas, Isabela Méndez envasa sus versos e historias en frascos pequeños. Al abrirlos descubres composiciones sonoras y olfativas, una poesía y prosa hiperbreve que evoca los sentidos.

Te invitamos a probar nuestra fragancia de verano: los twitts ilustrados de Isabela Méndez, bañados en el sabor del café y el dulzor del anís y el aroma de la canela.

AVISO:

Las fragancias orgánicas que llevan las palabras e imágenes de Isabela Méndez son altamente adictivas, sin embargo son intensamente indicadas para la vida diaria.

máscara café

Bañada en café, anís y canela
Tinte de café sobre recorte.
© Del texto, dibujo y fotografía: Isabela Méndez


Descubriendo a Sue Austin

«Casi todos con los que he hablado me dicen que cuando empezaron a utilizar la silla de ruedas desaparecieron como personas. Cuando caí en la enfermedad y terminé en la silla de ruedas, empecé a usar el arte para reconstruirme hacia la sociedad. Sentí que me hice invisible. El proceso artístico me permitió descubrirme y explorarme a mí misma otra vez»

SUE AUSTIN

Libertad y juego: dos palabras fundamentales en la creación artística de Sue Austin.

Os invitamos a conocer más sobre esta excepcional intelectual del arte: http://www.susanaustin.co.uk/

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2013/jun/21/underwater-wheelchair-flying-diving


El territorio del olvido

Hoy nos adentramos en el territorio del olvido, de lo que vamos dejando en el camino.

Proponemos un intenso vuelo que no dejará indiferentes a quienes decidan embarcarse en él. La propuesta parte de un profundo y lacerante poema de Isabela Méndez: OLVIDO.

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Fotografía de Isabela Méndez ©

OLVIDO

En mitad de la calle
fuera del contenedor
el objeto que fue almohada
caricia, juego,
se curva
mendigando un rescate,
la piedad de algún niño,
o de alguien desolado,
tan lejos de la piel de otros
que opte por llevarlo consigo.

Se rasga el mundo,
la herida derrama gente olvidada
se preñan las esquinas de lágrimas, de óxido,
de ojos que pretenden ser mirados.
Son sierpes las vías,
con veneno para quienes no tienen asilo,
pican sus cuerpos,
se encona el hambre,
el hombre muere
la mujer desmaya
el niño se vuelve libélula sin alas.

Se evita el nombre para olvidar a quien lo porta,
su tristeza, su galope hacia el abismo.

La andadura del silencio quiebra vidas,
disemina grietas,
como esas manos ancianas que reparten pan a las palomas.
Pan a las palomas, no a la gente
es más fácil dar de comer a lo que pronto vuela
que al que puede además pedir una sonrisa.

La náusea encuentra morada
entre yermas murallas,
en estas urbes
que nos reúnen como alfileres…
nos vamos clavando sobre los días,
sin respirar verdor
sin recordar la tribu,
la hoguera para contar cuentos,
los cuentos para estar más vivos,
el rezo para dar las gracias.

Pero sí tiene lugar una letanía de abandonos,
un poner puntos sobre contratos,
un dejar sin sombrero a quien tirita de frío.