
“Lo reconozco, ciertas palabras me crean problemas. Por ejemplo los estados llamados ‘sentimientos’ no consigo hasta ahora explicarlos de forma exacta”. Eso decía Wislawa Szymborska, una poeta que afirmava que a quien admiraba de veras era al cuentista Andersen porque «se atrevió a tomar a los niños en serio, cerrando sus cuentos con finales tristes».
Desde luego, Wislawa nunca fue del montón. Elegía siempre palabras sencillas, simples, claras y, según parece, con frecuencia coloquiales. Afirmaba que “únicamente las preguntas un poco ingenuas son verdaderamente profundas”.
No sé bien la razón, el caso es que desde hace días una poesía de Wislawa me ronda la cabeza.
La primera vez que la escuché (sí, escuché, digo bien, porque nunca antes había leído nada de ella) fue en 2012. Escuché a Wislawa como más me gusta leer: escuchando en voz alta a quien lee. Y tuve el lujo de escuchar sus palabras en voz de uno de los actores más grandes, Josep Maria Pou.
Creo que si este poema me ronda la cabeza desde hace días es porque tal vez reclama, justamente en estos días, un ejercicio de comprensión lectora.
«El lenguaje de los políticos suele servir para ocultar y no para expresar pensamientos. Pero a algunos políticos no intentaría yo convencerlos de que fueran sinceros: podría darse el caso de que no hubiese nada que ocultar» decía Szymborska.
Este es el poema. Y aquella fue una ocasión irrepetible, una pena que nadie grabase aquella lectura en voz alta que hizo Josep Maria Pou.
Una pena, también, que los políticos no acostumbren a leer/escuchar a Szymborska.
HIJOS DE LA ÉPOCA de Wisława Szymborska (versión de Ana María Moix)
Somos hijos de nuestra época
y nuestra época es política.
Todos tus, mis, nuestros, vuestros
problemas diurnos, y los nocturnos,
son problemas políticos.
Quieras o no,
tus genes tienen un pasado político,
tu piel un matiz político
y tus ojos una visión política.
Cuanto dices produce una resonancia,
cuanto callas implica una elocuencia
inevitablemente política.
Incluso al caminar por bosques y praderas
das pasos políticos
en terreno político.
Adquirir significado político
ni siquiera requiere ser humano.
Basta ser petróleo,
pienso compuesto o materia reciclada.
Los poemas apolíticos son también políticos,
y en lo alto resplandece la luna,
un cuerpo ya no lunar.
Ser o no ser, ésta es la cuestión.
¿Qué cuestión?, adivina corazón:
una cuestión política.