Sopa con tropezones: Ebooks frente a libros en papel, la disputa que no cesa

«Qué importa si es papel o no cuando la emoción que nos provoca una metáfora es capaz de arrancarnos una lágrima o una sonrisa se nos queda colgada de los labios.» ALBERT  AVIÑÓ

 

Hace un tiempo, en un taller de Literatura de Trivium gestió cultural para el espacio Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Barcelona, coincidí con Albert Aviñó. Lector voraz, inquieto, y sibarita de las letras. Eso me pareció. Él era uno de los asistentes, y yo coordinaba la actividad. No había sesión en la que Albert no reclamase el micrófono para preguntar o comentar con Mercedes Abad, la tutora del taller, aspectos del tema del día. Poco a poco, Albert y otros asistentes formaron un pequeño grupo de entusiastas de las letras. A mi me divertía ver como cada lunes llegaban un buen rato antes de que empezase la sesión para reunirse y comentar alrededor de un café las tareas del taller y todo lo que allí Mercedes explicaba. Un día, me uní por un ratito al grupo, y compartimos unos minutos de charla sobre la hipercomunicación en la que estamos instalados, redes sociales y tinta electrónica. Y surgió una promesa. La de que un día Albert escribiría un día una reflexión sobre ebooks y libros de papel para mi blog.

Las promesas si son de corazón siempre se cumplen, y aquí está su «Sopa con tropezones», su sabrosa reflexión sobre la disputa que no cesa: ebooks/libros de papel.

Gracias, Albert, por aceptar mecer tus ideas en este trapecio de tinta que es mi blog.

 

SOPA CON TROPEZONES

Ebooks frente a libros en papel: la disputa que no cesa

por ALBERT AVIÑÓ

El frío de aquel marzo inusual había calado hasta los tuétanos del hermano Julius. Solo en el scriptorium, puesto que el resto de hermanos habíanse retirado ya a sus celdas, con dificultad sujetaba la pluma entre los dedos de su mano diestra y el raspador en la siniestra. Levantó la vista hacia las alturas rogando al Padre por la luz que quedaba del día y que no era capaz de competir en intensidad con el frío que le volvía torpes los músculos de las manos.

La poca luz no me alcanza para concluir la tarea pensó el anciano monje torciendo el gesto con evidente contrariedad. Aquel códice era uno de los últimos encargos que el palacio arzobispal le había hecho al Padre Abad hacía ya… ¿Cuántos años…? ¿Acaso, seis? ¿Siete?

Monj

Monje. Ilustración de Laura Aviñó realizada especialmente para acompañar el escrito de su padre.

 

Desde que el maestro alemán Johannes Gutenberg dio con su máquina de tipos móviles, los encargos a la abadía eran cada vez menos numerosos y la actividad de aquel scriptorium más pobre. 150 Biblias en unos pocos días de trabajo, le había asegurado el hermano Peter. Esto se acaba —rumió Julius. Y como él todos los nobles y clérigos que durante años habían controlado qué volúmenes se editaban, dónde se guardaban y quién podía tener acceso a ellos.

De hecho, la Biblia está considerada como el primer libro impreso de la historia. El invento de Gutenberg hacía posible que la cultura se extendiera por las universidades y los centros culturales de la Europa del siglo XV. Ello significaba, por descontado, que la transmisión de la cultura sería más fácil y rápida. La realidad, sin embargo, todos lo sabemos, fue muy distinta.

Este cambio tecnológico, como todos los que se han producido a lo largo de la historia, provocó no pocas controversias. Se creyó que la imprenta, la posibilidad de sacar la cultura del dominio eclesiástico, derivaría en una pérdida de valor místico y exclusivo y esa pérdida iría en detrimento mismo del hecho cultural.

De forma análoga, en los años 50, se pronosticó que la irrupción de la televisión iba a ir en contra de medios de comunicación tan poderosos e influyentes como la prensa escrita y en menor medida de la radio. Pero no fue así, la televisión se fue configurando como el medio del espectáculo y del entretenimiento por excelencia al igual que la radio, si bien esta última debe su permanencia a la proximidad y a la inmediatez con que transmite información y entretenimiento.

En estos últimos años, estamos asistiendo a lo que parece ser el declive definitivo de la prensa de papel. Internet y las redes sociales han tomado un impulso definitivo en la carrera por dominar la transmisión de la información. El más sencillo de los smartphones es capaz de tomar fotografías y vídeos en alta resolución, que son enviados a la nube digital desde donde son susceptibles de ser transmitidos al orbe en tiempo record.

¿Tendrán por una vez razón los agoreros y se acaba la cultura del papel?

Viene este largo preámbulo a perfilar de igual forma el futuro de los tradicionales libros de papel frente a las infinitas posibilidades que plantean sus homónimos digitales.

A favor del papel pesan argumentos tales como la tradición, la sencillez del uso y sobre todo el concepto romántico que implica la textura del papel, su olor, la posibilidad de personalizarlos introduciendo comentarios escritos, dedicatorias o escondiendo tesoros entre sus pliegos impresos. Igualmente, el placer de verlos llenar anaqueles en la biblioteca y rodearse de ellos suele convertirse en un placer casi místico. A favor del formato digital, no son nimios los argumentos que hablan sobre todo de su practicidad y economía.

¿Conseguirán los eBooks acabar con el dominio histórico de los libros impresos en papel?

Esta es una pregunta de difícil respuesta por cuanto están en juego factores no del todo relacionados con los intereses de sus usuarios, los lectores. Alrededor del negocio editorial se mueven grandes intereses económicos de la industria cultural. Que se vendan menos libros impresos afecta a una parte de los actores que intervienen en la representación. Escritores, editoriales y libreros han visto como sus beneficios han ido mermando peligrosamente en los últimos años debido a una multiplicidad de factores como la pujanza del uso de Internet y las redes sociales; las crisis económicas que empujan las ventas hacia la base de la gráfica; la falta de políticas adecuadas de fomento a la lectura… Por otra parte, el posible cambio de modelo de negocio que suponen los eBooks se ve seriamente amenazado por la piratería.

¿Cuál es pues el futuro que espera a los actores del negocio cultural tradicional?

¿Son excluyentes la tinta líquida y la electrónica?

Si volvemos a los 50, comprobaremos como la televisión no se comió a la radio y como ambas no consiguieron merendarse a la prensa escrita que ha gozado de una vitalidad bastante considerable hasta el cambio de centuria. Entonces…, entonces tal vez la solución estará en hacernos omnívoros! ¿Por qué debemos elegir entre unos y otros medios?

Al bueno de Julius, el amanuense, le vendrá bien un cuenco de sopa de nabos para llenar la tripa y calentarse las manos, aunque, probablemente si le ofrecemos un caldo de ave tampoco torcerá el gesto. ¿Verdad que no, hermano? ¡Claro que no!

Por qué debemos tomar partido cuando la disyuntiva se adivina innecesaria. Que la televisión sea espectáculo y color y movimiento no implica que la radio no sea igualmente inmediatez y proximidad e intimidad. Que Twitter sea vírico y supersónico no significa que la prensa no continúe siendo análisis e investigación. Que los libros huelan a tinta y evoquen el paraíso del conocimiento no supone que las pantallas de las tabletas y los dispositivos no aporten ventajas innegables y muy poderosas.

Qué importa si es papel o no cuando la emoción que nos provoca una metáfora es capaz de arrancarnos una lágrima o una sonrisa se nos queda colgada de los labios.

—Acepto con gusto el cuenco de sopa —musitó Julius con un hilo de voz al hermano cocinero— pero, ¿puede ser con un poco de col y unas hebras de ave para entretener esta lengua gastada?

 

UN POQUITO SOBRE ALBERT AVINYÓ:

Albert es periodista vocacional. Profesionalmente, Albert habita en el mundo del marketing y la comunicación empresarial. Trabaja en el sector privado en una empresa textil muy antigua, El Burrito Blanco, y confiesa que a veces lleva mal no haber llegado a trabajar en lo que era una pasión para él, el mundo de la prensa escrita y, sobre todo, la radio. Albert lee POR PLACER y POR NECESIDAD y también por INQUIETUD, la de dominar las técnicas narrativas (cosa que REVELA algo: que Albert conserva bien vivo el periodista que es). Dice de sí mismo que es un lector compulsivo con ilusión por escribir, lo que le ha llevado a indagar en el terreno del relato breve. Me comenta con alegría que incluso uno de sus cuentos fue premiado en un concurso de terror.

Este es su perfil en Twitter, os lo recomiendo, ¡seguidle! 

Yo tampoco lo sé, ahora que lo pienso, no sé porqué se llama en Twitter Pere Ferran 😉

Acerca de Cayetana Sanz

Coordinator projects and independant documentalist http://about.me/cayetanasanz Ver todas las entradas de Cayetana Sanz

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