Decía Helen Keller que «las cosas mejores y más bellas del mundo no pueden verse ni tocarse… pero se sienten en el corazón.» Y es cierto, pero solemos olvidarlo a menudo. Y es que la belleza en esencia es efímera, silvestre y frágil a un tiempo. La belleza de una amapola, por ejemplo, es algo que no podemos poseer, que se marchita si la arrancamos para llevárnosla. Algo así sucede con las mejores cosas de este mundo, no están ahí para que nos apoderemos de ellas, si no para que las sintamos y las disfrutemos.
Envuelto en un lazo de seda y con el comentario del filósofo Amador Martos llega hoy el cuento de Isabela Méndez. ¿Qué mejor regalo podíamos compartir con vosotros en un día como hoy?
Feliz Navidad.
EL CUENTO, por Isabela Méndez
“LA CAJITA”
Una mujer había pedido a Magot amuletos y recetas mágicas para salir de la apatía. Magot le envió una caja menuda envuelta en tela con un lujoso lazo de seda.
La mujer recibió el paquetito, encendió velas e inciensos, puso a quemar aceite de mandarina y cantó una melodía ancestral.
ed im acob ecan nu otnac
euq árajaiv atsah al arutla
odneicah otcefe ne le otca
arap raruc sim sarusif
Al concluir, con solemnidad abrió la cajita. Sus ojos se expandieron en señal de sorpresa, después su ceño se volvió un acordeón y con ansiedad buscó alguna señal o letra, primero en el envoltorio, luego en el interior de la cajita.
¡Estaba vacía!, ¿qué objeto podría tener semejante obsequio?
La mujer pasó del asombro a la rabia.
—¡Ya me escuchará ese Magot! Es un hechicero barato. Tonto del nabo, brujo de poca monta, ¡maguito!
En pocos minutos, con energía de torbellino puso en orden la casa, se aseó, eligió un buen vestido, amarró su cabellera roja con una cinta y maquilló su rostro meticulosamente. Apagó las velas, se roció con perfume y salió airada a la calle.
La mujer caminaba con paso agresivo, sus glúteos se movían en un baile pendular, los senos parecían querer salirse del vestido, la cinta se le soltó del cabello, el pelo rojizo y crespo se abrió a su alrededor formando un halo de fuego. Lucía radiante, irresistible, y por el camino recibió un tropel de piropos:
—Si todas las mujeres caminaran así, el mundo sería una pandereta.
—¡Guapa!
—¡Eres un bellezón!
—¡Cuando Dios hizo los suspiros, seguro te estaba mirando!
Aunque no se detuvo ni un instante, los piropos la animaron. Sintió lo que sienten las mujeres cuando les dicen cosas bonitas. Se iluminó su mirada, su postura se hizo altiva, sus caderas expandieron aún más el bamboleo, se sabía dueña de un tesoro.
Casi con una sonrisa, decidió entrar a la floristería para comprar un ramo con el cual decorar más tarde su habitación.
Pasó del olor de las rosas al de las hojas de eucaliptus, de allí al color de los tulipanes, a la elegancia de los lirios, hasta llegar a las margaritas.
Al salir de la tienda, su enojo contra el mago se había evaporado.
De regreso a casa su paso era relajado y liviano.
Con las margaritas entre las manos ensayaba frases amables, para la carta que escribiría a Magot como muestra de agradecimiento.
De mi boca nace un canto
que viajará hasta la altura
haciendo efecto en el acto
para curar mis fisuras.

Tinta y acuarela sobre papel
Pincelada: Isabela Méndez
LA REFLEXIÓN, por Amador Martos
“ALQUIMIA”
En estas fechas tan entrañables de reuniones familiares, son costumbre los buenos deseos para nuestros seres queridos. Se suceden los rituales paganos en un afán de atraer la buena suerte, la salud y el éxito. Cada cual tiene su peculiar fórmula: llevar una prenda íntima de color rojo, poner el anillo en la copa o atragantarse con las uvas. También se acelera el ciclo de las compras para cumplir con un mandamiento no escrito pero subyacente en nuestra cultura occidental: el consumismo. Confieso que no creo en nada de todo eso. Pero sí creo en la fuerza del amor, los pensamientos y las palabras.
De nada sirve regalar si la intención no es sincera. De nada sirve desear buenas fiestas por un mero formalismo. De nada sirve aparentar en el mundo exterior lo que no se vive en el mundo interior. La verdadera magia no se ejerce con objetos de culto. La auténtica magia se vive con una mente comprensiva, un corazón compasivo y unas relaciones constructivas con los demás. Y no hay que esperar a las fechas navideñas para dejar expresar lo que todo el año llevamos dentro. Vuelvo a confesar que no creo en el poder oculto de los amuletos y demás fetiches, pero sí creo en la fuerza del amor, los pensamientos y las palabras.
Las palabras vacías de buenos pensamientos son una fachada para los sentidos. Los pensamientos sin la fuerza del amor son como pompas que se desvanecen. En estas fechas tan señaladas de reuniones familiares, todos buscan el poder de la verdadera magia, pero pocos son capaces de descubrirla. ¿No será que buscamos hacer trucos de magia cuando tenemos a nuestro alcance la alquimia que producen el amor, los pensamientos y las palabras?
¡Feliz alquimia!
26/12/12 at 1:49 am
Seria bueno que busquemos hacer la magia, teniendo a nuestro alcance los pensamientos, las palabras, los regalos o aquellas cajas vacías de un brujo-hechicero envueltas en el amor y un lujoso lazo de la fe, que son capaces de crear una auténtica alquimia.
Querida Isabela y Amador os mando un abrazo envuelto en el amor con los deseos de felices fiestas llenas de la magia.