Leer este escrito es una delicia. Es una invitación a ponernos en la piel del que acaba de llegar a un nuevo territorio, a descubrir que un mismo idioma puede tener diferentes alfabetos y que si estamos atentos podremos incluso escuchar en las pisadas del recién llegado el rastro de la percusión de su tierra. Entonces asistimos al descubrimiento de que para las palabras y la música no hay fronteras, y de que, a veces, solo las trazamos en nuestras mentes.
Con el permiso de Isabela Méndez, quisiera dedicar este escrito de su puño y letra a todas aquellas personas, valientes y decididas que, como la propia Isabela, un día decidieron dejar su tierra y dar el paso para ir en busca de un sueño. A todos los que en algún momento de sus vidas lo hicieron y a los que aun están por hacerlo.
Feliz caminar de percusión!
A UNA RECIÉN INMIGRANTE
Por Isabela Méndez
(Barcelona, 2007)

«Barcelona»
Dibujo de Isabela Méndez
Creo que los dos primeros años de la llegada de uno a otra tierra en calidad de inmigrante, suelen ser los más complejos. Hay tanto universo personal que poner en orden, dentro de un nuevo mapa… Los pasos de uno se oyen de otra manera al atravesar la calle. Los semáforos si bien tienen los mismos colores a veces resultan incomprensibles, porque poco tiene que ver lo que nos pasa por dentro con lo que marcan las señales de afuera. Las palabras dichas con otro acento suenan a un idioma distinto y muchas veces distante. Como si sujeto a las mismas letras hubiera otro alfabeto. Y entonces se nos llenan los oídos y los ojos de MIMOS, que brincan de una palabra a otra tratando de hacer que entendamos lo que nos dicen, en un agotador despliegue de gestos.
Es duro… porque hay que trabajar el triple que en la tierra de uno: hay que llevar a cabo el trabajo cotidiano que nos da manutención, hay que bregar con el hecho de asimilar todo lo nuevo, y por si fuera poco con lo anterior, de golpe y porrazo tenemos que hacernos duchos en una faena que no conocíamos en nuestra geografía, y que consiste en probarle a los demás que el currículum que uno trae es auténtico, que uno sembró y cosechó mucho, y que uno es de fiar.
La buena noticia es que luego de un tiempo agradeces haber dado el salto e ido en pos de tu necesidad de crecer. Tus pisadas en la calle comienzan a sonar a percusión y siembras un poco de CARIBE en las aceras correctas y sin baches de esta gente. El acento del idioma se hace tu amigo y los acróbatas y mimos te hacen caricias, porque ya no se agotan tratando de hacerte entender lo que se dice y siente…
La gente comienza a confiar en ti, en la medida en la que tu conducta corrobora lo que está escrito en tu currículum.
Y una tarde te encuentras llorando de alegría porque te comes una arepita en Barcelona-Cataluña, porque eres de otro continente pero también de este, porque en tus facciones está aquello y esto, y en tu apellido y en tu lengua.
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