En estos días de verano somos muchos los que podemos disfrutar de uno de los mayores espectáculos y lujos que nos ofrece la vida: el sol y el mar.
Hace ya un tiempo tropecé con un tierno cuento que hoy quiero compartir con quienes suben a este lugar etéreo para balancearse entre ideas y proyectos en movimiento. Su autor es Jonathan Muñoz Ovalle, una mente inquieta y amante de las letras a quien enviamos un saludo afectuoso desde la red.
Aquí está su cuento. ¡Disfrutadlo!
PUNTITOS DE SOL
La hermosa playa resplandecía con el sol, y los puntitos luminosos se reflejaban en el mar.
—¿Se pueden llevar? —le preguntó a su padre.
—¿Llevar qué, hijo?
—Los puntitos. Me gustaría llevármelos a casa, como las conchas y la arena. En la cubeta deben caber muchos.
—No, hijo, no se pueden llevar, pero podemos tomarle una foto al mar para que la tengas en tu cuarto.
—No papá, no quiero una foto. Quiero los puntitos.
—No se puede, es el reflejo del sol.
—¡Ah! Pero el sol está en todos lados, ¿no?
—Así es, hijo.
—Entonces, si lleno la cubeta de agua y la saco al patio, los puntitos se tendrían que ver en el agua, ¿cierto?
—Muy cierto. Qué inteligente es mi pequeño.
—Entonces ya no importa si nos llevamos las conchas y la arena, papá, con la cubeta nada más. Yo sólo quiero los puntitos.
© Jonathan Muñoz Ovalle, 2012.
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