Malabares de poesía y reflexión (11): Soltarse el pelo y despertar

Hoy volamos subidos a un globo, ¿nos acompañas? Eso sí, te avisamos que esta es una travesía de alto riesgo.

En el globo te espera un cuento de Isabela Méndez y una reflexión de Amador Martos.

¿Subes? ¡Que nos vamos!

EL CUENTO, por Isabela Méndez

“TRAVESÍA DE ALTO RIESGO”

Cuento y dibujo: Isabela Méndez ©
Título del dibujo: Malena en su globo
Técnica: Acuarela, lápiz y tinta sobre papel.

Malena se había hecho  un moño prolijo, del que no escapaba ni un solo crespo. Sobre el sillón estaba su valija, llena de ropa combinada, todo estaba previsto: sombreros, viseras, pareos, faldas, camisetas, algún abrigo, sandalias, ropa interior, bañadores y cremas para el cuerpo y la cara.

—¡Me voy! —dijo Malena.

Y ante la mirada estupefacta de todos se quitó la ropa y soltó su cabello.

—No quiero móviles, ni ropa de marca, ni sujetadores con varilla, ni tintes para el cabello, ni televisión, ni conversaciones vanas. Me voy con la luna dormida en su blanca alegría, entre nubes.

Desnuda, con el cabello dibujando mil redes que se abrían en el espacio, Malena se metió entre las sábanas, dejó caer los párpados y durante un par de días no emitió palabras, apenas alguna tímida carcajada o gemido.

Sus ojos llenaron de curiosidad a la familia pues aunque herméticos, parecían avizorar un mundo de cosas.

Cuando Malena abrió los ojos, estaba radiante, su mirada era como un amanecer y al posarla sobre la gente, producía  la imperiosa necesidad de despertar.

Despertar de la apatía, del automatismo, de los ritmos vertiginosos y obscenos de la vida moderna, despertar hacia dentro.

Los miembros de aquella familia desde entonces fueron calificados de: raros, extravagantes, ridículos y anticuados, pues al ver lo que había ocurrido a Malena, cambiaron los paseos a exóticos lugares los fines de semana, por la aventura de viajar hacia dentro.

Cada cual se va a su pieza, cierra los ojos y en silencio dedica unas horas a la travesía interior. Se hacen preguntas a sí mismos, lloran y ríen, mientras realizan el deporte de más alto riesgo, el de enfrentar sus miedos y apropiarse de sus más elevados sueños.

Por esas horas no hay tecnología que distraiga, ni música estridente, ni artificios para estar bellos, ni normas para expresarse, ni límites para imaginar.

El resto de la semana, leales a su nueva manera de ver la realidad, visten a su antojo, usan poco el móvil, no ven casi la televisión, y los que ya son mayores llevan el pelo canoso.

Existe mucha gente como Malena y su familia.

Si ves a una mujer que no se tiñe el pelo, no pienses que la pobre está descuidada. Sugiero que por el contrario, adviertas que es más libre. No gasta tantas horas y dinero en productos tóxicos y ha hecho las paces con las leyes naturales del tiempo.

“El globo más potente, está en tu mente”.

“Solo en el silencio interior podemos escuchar lo que somos. Y de allí brota el más valiente de los cánticos”.

LA REFLEXIÓN, por Amador Martos

“EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA”

Vivimos en un mundo mediáticamente acelerado que impide la reflexión pausada e interiorizada acerca del verdadero sentido de la vida. La competitividad laboral, el excesivo consumismo y el sometimiento a un estresante ritmo de vida son unas pautas de comportamiento que alienan a los individuos, impiden un razonable equilibrio entre el mundo exterior —nuestro actual sistema capitalista de producción— y nuestro mundo interior, el de los sueños, el de la paz interior, el del reencuentro con uno mismo. Según el filósofo Vattimo, a través de su obra El pensamiento débil, la comunicación y los medios adquieren un carácter central en la postmodernidad. La abundancia de emisores continuos no aporta una visión unitaria que permita formar el “yo” con una sola visión del mundo exterior, ni siquiera una visión contextualizada e independiente. Por el contrario, desde la psique postmoderna el mundo de los medios solo trae como consecuencia una mayor fragmentación yoica, convirtiendo a nuestro “yo” en un puro subjetivismo de la realidad.

Ese trepidante ritmo de vida de las sociedades occidentales carece de la mirada que proporcionan las filosofías orientales, que prestan más atención al viaje interior. Es por ello que hoy estamos asistiendo a una especie de fusión entre occidente y oriente, y no es casualidad que prestemos cada vez más atención a nuestro interior en busca de paz y solaz. Así es como el yoga, la meditación, la introspección psicológica y toda una retahíla de literatura de autoayuda, remiten todos ellos hacia esa aventura interna para ser dueños de nuestros pensamientos y de nuestras emociones; un viaje que fue descrito por Platón mediante una excelente alegoría conocida como el Mito de la Caverna.

También podemos encontrar esa experiencia en el Mito del Viaje del Héroe, un arquetipo universal descrito por el importante mitólogo Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras (1949). En ambos casos (el que plantea Platón y el retratado por Campbell) se trata de un camino de autoconocimiento y transformación interior que sigue unos procesos comunes a todos los viajes que inician esa aventura. Es una travesía que nos lleva a buscar el sentido profundo de la vida, la razón por la cual vivimos, así como a desarrollar nuestros talentos para tal fin. Se trata, en definitiva, de arriesgarse a encontrarse y a ser uno mismo, alejado de los roles impuestos social o familiarmente.

Este periplo lo han experimentado muchas personas, sea en el campo de la ciencia, la espiritualidad, así como en cualquier otra disciplina. Recorrer ese camino implica un “despertar” para poder desarrollar ese héroe interior que todos llevamos dentro. En términos platónicos, sería como salir del mundo de las sombras para ingresar en el mundo inteligible donde se encuentra la idea del Bien.

Ambos mitos tienen su correlación en la Psicología Transpersonal, que distingue entre la “conciencia personal”, supeditada a la priorización de las vivencias en el mundo de los sentidos, y la “conciencia transpersonal” donde se experimenta una vinculación fraternal con todo lo existente que va más allá de las establecidas reglas morales.

En definitiva, se trata de una experiencia inefable que solamente pueden compartir aquellas personas que han experimentado el despertar de la conciencia, un proceso mental para dejar atrás la ignorancia y buscar la sabiduría, pues sólo el saber puede hacer a una persona libre. Y es que la máxima expresión de la libertad es revertir lo sabido en la propia humanidad, un sentido solidario y universal del conocimiento que se transmite desde la lucidez mental para mayor magnanimidad de la humanidad.

Acerca de Cayetana Sanz

Coordinator projects and independant documentalist http://about.me/cayetanasanz Ver todas las entradas de Cayetana Sanz

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