Una Cenicienta funk

Hay relatos que son concebidos para romper paradigmas, para pellizcar al lector y sacar a la luz tramas ocultas. Relatos en los que palpita un ritmo interno en sintonía con el universo.

Así es el cuento que aquí se presenta: sustentado en la música, la cadencia y el sentimiento, y en el que danza una princesa con todo su atrevimiento.

Una versión que apela a lo auténtico, a lo terrenal, a ser honesto, a bailar y vivir, protagonizada por una princesa que lleva puro groove en el cuerpo: conectada con el presente, genuina y que hipnotiza con su naturalidad y sensualidad al príncipe y a todos cuando la ven.

Una princesa que siente la música con todo su ser.

LA HISTORIA de LA CENICIENTA,  según el hada nos cuenta

Por Isabela Méndez


Título del dibujo: Mirando al príncipe
Pincelada de Isabela Méndez (Técnica mixta) ©

Acudió en su calabaza
al baile La Cenicienta,
y al rato estaba danzando,
con salero y con pimienta.

Su gracia era deslumbrante,
su ritmo, salvaje, ardiente,
y así se hizo codiciada
por todos los asistentes.

Casi cayó fulminado,
al ver aquello, su alteza,
y le propuso a la chica
bailar la siguiente pieza.

Meneaba ella las caderas,
con garbo y fogoso afán,
mientras contemplaba absorto
el nobiliario galán.

En medio de las miradas,
casi todas muy perplejas,
el príncipe se acercó
a susurrarle en la oreja.

Deseaba confesar
desde su gran corazón,
un secreto, a la muchacha
que utilizaba tacón.

Esto dijo musitando:
me gustas dama exquisita
tienes ojos como cielos
y una rosa en tu boquita,

en caso de yo agradarte,
dame una buena señal,
como dejar en palacio,
un zapato de cristal.

Si yo te encuentro después
de mi amor serás la dueña
y podrás usar chancletas,
bailarinas o espardeñas,

porque soy de los que creen
que hemos de cuidar los pies,
y veo que muchas damas
les hacen pasar estrés.

Según fuentes de fiar,
pues nos lo ha contado un hada,
La Cenicienta escuchó y
se dejó de pendejadas.

Esa noche, hecha la loca,
abandonó su zapato,
y marchó hacia su morada,
confiando en el dulce trato.

Dicen que el príncipe fue
con zapato y sin lacayo,
probando de casa en casa,
descubriendo más de un callo,

hasta que al fin encontró
a la ansiada señorita,
que estaba usando alpargatas
con las que lucía bonita.

Y colorín colorada
se puso la damisela,
cuando el príncipe galante
le dio un beso de novela.

Y tras el beso, su alteza,
se puso color carmín
pues ella le saltó encima
para iniciar el festín.

Nota informativa:

Dicen que el carruaje de La Cenicienta era una lindísima calabaza: rápida, ecológica y descapotable, todo un super coche, tipo monoplaza.

CONTINUARÁ…

 

Acerca de Cayetana Sanz

Coordinator projects and independant documentalist http://about.me/cayetanasanz Ver todas las entradas de Cayetana Sanz

2 respuesta a «Una Cenicienta funk»

  • TIeta

    ¡Esto se pasó de beeeeeello!! Me encantó: divertido, romántico, cadencioso y ¡Muy criollo!!

    • Tana Sanz

      Me encanta que te haya gustado tanto. Es uno de mis retos: sorprender al lector, cautivarlo y envolverlo en la música que late en los cuentos. Gracias por compartir tu emoción!

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