Últimamente no hago otra cosa más que teclear y teclear en mi portátil.
Mis oídos se han acostumbrado al sonido y cuando me equivoco al pulsar alguna letra, o es la palabra o la frase entera la que decido borrar, entonces, en ese momento, al pulsar el delete es como si de repente sonase el estribillo de una canción: tic, toc, tac, tac, tic, tic. tiquitiquitiquitiquitquití.
Qué curioso! No me había parado a pensar en ello hasta esta tarde cuando hablando con un amigo, sobre el tiempo musical y el hueco que hay entre nota y nota, el teclear de la barra espaciadora y el del delete de pronto me vino a la memoria. «Vaya! -pensé- esto de teclear palabras y frases es como bailar con la yema de los dedos!»
¿Al fin y al cabo no será el teclado un pentagrama y los dedos del escritor los de un pianista?
GUAU!
Creo que acabo de tener una idea más para subir a este trapecio!
Continuará…
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