Creo firmemente que cuando las palabras son dichas en voz alta, recitadas, susurradas o cantadas actúan como si fuesen algo muy parecido a un influjo. ¡Qué asombrosas y extrañas son las palabras! Poetas, escritores, actores, músicos y cantantes, seguro, saben mucho de ello.
Hoy os invito a visitar el rincón sonoro de Amparo Matilda Escribano Cienfuegos, una artista de los pinceles para quien uno de los lienzos más importantes es el de la imaginación.
El rincón sonoro de Amparo se encuentra en dos lugares:
El próximo miércoles 19 de junio en Barcelona se celebrará la 5ª edición del Festival Tiflollibre: un festival cultural y participativo, iniciativa de la Associació Discapacitat Visual Catalunya: b1+b2+b3 y organizado por Centro Trinidad, que festeja la palabra dicha en voz alta y la música, para impulsar el libro hablado y promover la integración cultural en la sociedad.
Este 2013, Tiflollibre da un paso adelante en su consolidación como evento integrador y se suma a los actos del ANY ESPRIU, en homenaje a Salvador Espriu en el centenario del nacimiento del poeta catalán.
“Ens mantindrem fidels” (nos mantendremos fieles), el lema del Any Espriu, tomará especial significado durante la celebración del Festival Tifollibre 2013, una fiesta de poesía y música con un marcado acento social que buscará recaudar fondos que irán destinados a entidades que desarrollan proyectos con discapacitados visuales en el Tercer Mundo.
Ese día la música de las palabras a través de la lectura en voz alta por personas con discapacidad visual junto a artistas y a personas anónimas será nuevamente la protagonista de la celebración.
Desde este trapecio de tinta impulsamos festivales de este tipo, tan necesarios, donde poder escuchar el sonido y la música de las palabras al ser leídas en voz alta. Y nos parece especialmente significativo que el festival haya querido sumar su nombre a los actos de homenaje a Salvador Espriu, uno de los escritores en lengua catalana más celebrados por los músicos en esta lengua.
No es casualidad que música y poesía vayan unidas, nunca lo fue.
Mañana 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro. Una fiesta especialmente significativa para los amantes de la lectura y los autores. Un día, una cita especial para ambos
Siempre he sentido curiosidad por saber cómo descubren los escritores el lenguaje, qué significa para ellos la lectura, cuáles son sus libros de cabecera… Por eso, una jornada como la que se celebra mañana era la ocasión perfecta para hacerle llegar estas preguntas a un poeta, en este caso al chileno Leo Lobos (colaborador de este blog).
Leo, ¿qué fue lo que descubriste en las palabras, en la lectura?
LECTURAS Y EL ENCANTAMIENTO DEL UNIVERSO POÉTICO por Leo Lobos
“Creo que al leer uno se descubre como alguien que pretende descubrir la vida que ilumina la palabra”
Leo Lobos
Arte: COLOR SANTO Autor: Leo Lobos (2010) Técnica: Dibujo, tinta china y pastel sobre papel
He sido un lector incansable desde mi infancia. El libro, los libros de ciencia ficción, aventura, biografías, historia, arte, ciencia, novelas y poesía son fundamentales en la formación del escritor cachorro. En el Liceo leí tres libros claves para entender el mundo de ayer y hoy, que recomiendo leer a todos sin duda alguna: Un Mundo Feliz de Aldous Huxley,Fahrenheit 451 de Ray Brandbury y1984de George Orwell.
Mi encuentro con “escritores vivos” se produjo en la Universidad, a la que ingresé cuando tenía 17 años a comienzos de 1980. He tenido entre mis compañeros de carrera y entrañables amigos, hasta el día de hoy, a los poetas Mario García y Sergio Ojeda. Con ellos fuimos activos participes de los encuentros culturales realizados en la Universidad de La Serena en aquellos años, con los poetas Aristóteles España y Raúl Zurita; y encuentros académicos e informales con poetas como Braulio Arenas, Eduardo Llanos y Arturo Volantines. Desde muy niño he sido un lector perseverante, y desde la lectura a la escritura todo ha ido de manera natural, como del dibujo a la pintura, como de la palabra hablada a la escrita, desde el castellano a un idioma extranjero y desde ahí nuevamente a mi propia lengua.
Creo que al leer uno se descubre como alguien que pretende descubrir la vida que ilumina la palabra. El poeta Vinicius de Moraes decía que no debemos hacer “ninguna concesión a la poesía no vivida”. Pues “la poesía es subversión del cuerpo”, nos dice el mexicano Octavio Paz. Goethe decía: “los poemas que nacen de la nada no me interesan”. “Entonces un buen poema para mí es aquel que logra iluminar la vida vía verbo”, dice el poeta brasileño Roberto Piva.
UN RECUERDO PARA DOS POETAS, DE OTRO POETA
JORGE TEILLIER
Leo Lobos con el poeta chileno Jorge Teillier (a la izquierda de la foto) (La última fotografía tomada al poeta antes de morir, en el año 1996). Fotografía cedida por Leo Lobos
La poesía de Jorge Teillier (Lautaro, Chile 1935 – Viña del Mar, Chile 1996) descansa en principio en la tradición de la representación lárica (poesía del lar, del origen, de la frontera), aunque su obra trasciende el rótulo del arraigo lárico cuyos antecedentes se encuentran en Chile en Efraín Barquero y Rolando Cárdenas. Sus poemas arrancan del recuerdo ingenuo y la nostalgia con una cierta esperanza de asir el paraíso perdido, el cual paulatinamente se desintegra y se convierte en pura imagen soñada. El poeta se inició a los 12 años en la escritura, bebiendo las aguas de los libros de aventuras, Panait Istrati, Knut Hamsun, Julio Veme y los cuentos de hadas. Posteriormente se alimenta de los poetas del modernismo hispanoamericano, de Vicente Huidobro y de la tradición universal de Jorge Manrique, Rainer María Rilke y Francois Villon. Se le vincula también con Höderlin y Trakl. Para él, lo importante en la poesía no es lo estético, sino la creación del mito y de un espacio o tiempo que trasciendan lo cotidiano, utilizando lo cotidiano. El poeta no debe significar sino ser. Postula un tiempo de arraigo frente a la generación de los años 50, que postulaba el éxodo hacia las ciudades.
NICANOR PARRA SANDOVAL
De izquierda a derecha: Leo Lobos, el antipoeta Nicanor Parra y el actor Jaime Celedón. Fotografía cedida por Leo Lobos
Algunos aspectos de la poesía del chileno Nicanor Parra Sandoval (n. 1914 en San Fabián de Alico, cerca de Chillán, Chile) no son ajenos al medio cultural de su infancia y adolescencia. Fuera de cortos períodos vividos en Santiago, Lautaro y Ancud, los años fundamentales tienen como escenario los suburbios de la ciudad de Chillán y lugares próximos, zona, en el centro del país, de donde eran sus padres. El padre fue profesor primario y músico; la madre, de origen campesino, tenía también aficiones musicales y solía cantar canciones del folclore. Junto a numerosos hermanos, Violeta Parra entre ellos, constituían una familia de clase media provinciana, sometida a la incertidumbre de una crónica precariedad económica y de continuos cambios de residencia, causados por los traslados, cesantías (en la época de la dictadura del general Carlos Ibáñez) y la personalidad desaprensiva y errática del padre, un bohemio incurable. Para los hijos, la certeza era la madre: poder de convergencia, cohesión y estabilidad desde el punto de vista del orden de las relaciones humanas. Si bien eran receptivos a los mensajes de la cultura popular urbana, transmitidos por la radio, la victrola, los circos ambulantes, estaban regidos por patrones formativos de los que era portadora directa la madre, es decir, los de la cultura tradicional, solidaria de una conciencia no agredida todavía por los agentes de la alienación moderna, y abiertos a la vitalidad del lenguaje campesino, a su sabiduría, a sus variadas formas poéticas (letras de canciones, refranes, juegos infantiles).
Parra explotará, dentro del contexto de su poesía posterior, la vitalidad y las posibilidades expresivas del lenguaje de la infancia. Y a esa conciencia determinada por los valores y concepciones de la cultura tradicional, esencialmente integradora, habría que verla como un presupuesto biográfico de la intensidad angustiosa con que percibirá, cuando viaje por primera vez a Estados Unidos e Inglaterra, la condición fragmentaria, disolvente de todo sentimiento de unidad, de la vida y la cultura cotidianas en los espacios urbanos del mundo contemporáneo.
Csikszentmihalyi dice que el desarrollo de la humanidad está basado en dos instintos básicos. La conformidad es lo que nos ha permitido sobrevivir. Pero es la imaginación, la creatividad, la capacidad de romper el status quo y salir fuera de los marcos establecidos o de ignorarlos por completo, lo que nos ha permitido a evolucionar. Csikszentmihalyi afirma que esta evolución ha sido posible porque unos miembros de la sociedad acogen y protegen a otros capaces de entrar en este proceso de experimentación sin garantía alguna de resultado útil, a través de romper las reglas, jugar, fantasear. Es esta simbiosis entre conformidad y creatividad lo que fomenta la posibilidad de grandes descubrimientos. Pero a mí no me parece que esta simbiosis ocurra realmente, con la excepción de algunos casos bastante raros. En mi percepción del mundo la creatividad humana sobrevive a pesar del funcionamiento prevaleciente de nuestra sociedad: la conformidad. Y muchas veces lo hace a costa de la marginalización, el riesgo de ser ridiculizado, excluido, incomprendido, y sí, incluso de caer en la pobreza (preguntadlo sino a aquellos que gritan en cada esquina que las ideas sin implementación no valen nada, ellos os lo confirmarán: muchas veces los primeros en algo no son quienes sacan el máximo beneficio de la novedad, preguntadlo sino a Steve Jobs).
Por eso cuesta tanto crear nuevas palabras tan solo por el puro placer de hacerlo. Este tipo de comportamiento no es bienvenido en nuestro mundo. No es que nuestro músculo de la imaginación esté en baja forma, está simplemente machacado y totalmente reprimido. Porque… si no nos aporta ningún resultado útil, ¿de qué nos sirve? Nos falta creapatía: afecto por la creatividad humana.Nos hace falta para que podamos ampliar nuestra zona de confort y que la próxima vez que sí necesitemos nuestra creatividad para poder hallar un resultado útil tengamos nuestro músculo creativo en plena forma.
Es fácil. Cojamos dos palabras al azar, por ejemplo de nuestra propia conversación. Digamos “coraje” y “palabras”. ¿Qué podríamos obtener si las combinamos?
«Palabraje”: Un discurso emocional y agitado que tiene la finalidad de ocultar el miedo y la inseguridad del que habla para aparentar más coraje y autoconfianza.
“Coralaje”: El coraje solo en palabras
“Colabras”:¿Las palabras del corazón? ¿O los secretos ocultos del corazón que aún no han llegado a formarse en palabras?
¿Y si creamos verbos? ¿Qué significarían estas palabras: “corajear”, “palabrar” “corpalar”? ¿Y los adjetivos: “corajante”, “palabrante”, “palacorante”?
Escuchemos a Mihaly Czikszentmihalyi, en una charla en la que se pregunta: «¿Qué hace a la vida digna de ser vivida?»
Isabela Méndez durante una sesión de cuentos coordinada por TRIVIUM Gestió Cultural para Sala Àmbit Cultural de El Corte Inglés Tarragona, 17 de noviembre de 2012 Fotografía: TRAPEZIdeTANA para TRIVIUM Gestió Cultural
«El cuento es un arte vivo que se sustenta en la respiración y el pulso de quien narra y de quien escucha, en un delicioso y delicado equilibrio» Isabela Méndez
Quise que esas palabras fuesen el titular de mi primera entrevista a ISABELA MÉNDEZ, y que hoy se ha publicado en BOOLINO. En esa frase se resume el discurso poético de esta gran artista, poliédrica, como me gusta calificarla.
En esa entrevista se recoge apenas una pizca de todo lo que abordamos cuando trabajamos juntas. En nuestras sesiones de trabajo, siempre la asalto con mil preguntas y curiosidades acerca de su arte y de su oficio. Y siempre bromeamos con empezar a crear un diario de conversaciones sobre arte, teatro, poesía, cuentos, palabras y silencios… Tal vez algún día lo hagamos ¿verdad, Isabela?
Comparto aquí el enlace a la entrevista que el portal BOOLINO, un lugar que busca ante todo entusiasmar a los niños con la lectura y los libros, ha publicado hoy. Lo hago con el deseo de que descubráis a través de nuestro diálogo a una gran artista y mejor persona. Alguien que contribuye con su profesión y su «duende» a construir lazos de comunicación, respeto e integración. Alguien que cree profundamente en el poder de la palabra y el silencio, tan necesarios.
Ambas creemos firmemente que se necesitan espacios para la escucha, que en este mundo hay ya demasiado ruido, que necesitamos sentir el sonido del lenguaje. Estamos demasiado acostumbrados a oír, pero no a escuchar ni a permitir sentir. Y en eso trabajamos.
Isabela, nos queda un largo camino por delante, y eso es lo que importa, el camino. ¡Sujeta bien tu turbante, que empieza el vuelo, amiga!
En mis paseos por las librerías acostumbro a robar frases, incluso a veces algún poema.
Mi último hurto fueron cinco citas:
– «Es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta» Orson Welles
– «El cine para mi es un arte de la prosa. Definitivamente, se trata de filmar la belleza pero sin que se note, sin que se note para nada» François Truffaut
– «Una película es un equilibrio continuo entre la literatura y la música. Se debe constantemente renunciar a las leyes psicológicas por las leyes musicales» François Truffaut
– «El arte nos atrae solamente cuando revela en nosotros secretos» Jean Luc Godard
– «El cine no es un arte que filma vida, el cine está entre el arte y la vida» Jean Luc Godard
De camino a casa me hicieron pensar en una película y en un poema que sentí recitar un día en voz alta a su autor, Juan Vico.
In the mood for love
Alzo la vista de repente, reclamado
por el más minúsculo de tus gestos,
las yemas rozando el cuello bajo la nuca,
persiguiendo el dibujo de algún lunar
mientras la noche va desollando los muros
y la obviedad se filtra por las costuras
de nuestro frágil simulacro,
y tú y yo a solas, por fin, fingimos no conocernos,
desnudando la mirada, con la voz de puntillas,
jugando a hacer chocar nuestras memorias, desafiantes,
quizás a punto de besarnos como extraños,
de tocarnos con temor, reverenciosos,
como el que palpa secretamente un amuleto,
reencontrando con alivio su relieve:
grumos de luz incrustándose en los dedos,
tanta suerte, tanta muerte en los bolsillos.
Still Life, Juan Vico (2011, Servei de Publicacions de la UAB).
Nota para Juan Vico:Fue un placer escuchar lecturas en voz alta y conocer ese maravilloso espacio que es Laboratorio de Escritura (C/ Joan Blanques, 12, Barcelona).
Julio Cortázar y Carol Dunlop escriben juntos Los autonautas de la cosmopista. Pero antes de finalizarlo Carol muere, y Julio debe terminarlo solo. Al final del libro, en un epílogo sobrecogedor Julio se despide de su compañera.
«Lector, tal vez ya lo sabes: Julio, el Lobo, termina y ordena solo este libro que fue vivido y escrito por la Osita y por él como un pianista toca una sonata, las manos unidas en una sola búsqueda de ritmo y melodía.
Apenas terminada la expedición, volvimos a nuestra vida militante y partimos una vez más a Nicaragua donde había y hay tanto que hacer. Carol reanudó allí su trabajo de fotógrafa mientras yo escribía artículos para mostrar en todos los horizontes posibles la verdad y la grandeza de la lucha de ese pequeño pueblo que infatigablemente continúa su viaje hacia la dignidad y la libertad. También allí encontramos felicidad, ya no solos en los paraderos del París-Marsella sino en el contacto cotidiano con mujeres, hombres y niños que miraban como nosotros hacia delante. Allí la Osita empezó a declinar, víctima de un mal que creímos pasajero porque en ella la voluntad de la vida era más fuerte que todos los pronósticos, y yo compartía su coraje como siempre compartí su luz, su sonrisa, su enamorada vivencia del sol, del mar y de la esperanza en un futuro más hermoso. Volvimos a París llenos de planes: terminar juntos el libro, dar sus derechos de autor al pueblo nicaragüense, vivir, vivir todavía más intensamente. Siguieron dos meses que nuestros amigos llenaron de cariño, dos meses en que rodeamos a la Osita de ternura y en que ella nos dio cada día ese valor que nos iba abandonando. La vi emprender su viaje solitario, donde yo no podía ya acompañarla, y el 2 de noviembre se me fue de entre las manos como un hilito de agua, sin aceptar que los demonios dijeran la última palabra, ella que tanto los había desafiado y combatido en estas páginas.
A ella le debo, como le debo lo mejor de mis últimos años, terminar solo este relato. Bien sé, Osita, que habrías hecho lo mismo si me hubiera tocado precederte en la partida, y que tu mano escribe, junto con la mía, estas últimas palabras en las que el dolor no es, no será nunca más fuerte que la vida que me enseñaste a vivir como acaso hemos llegado a mostrarlo en esta aventura que toca aquí a su término pero que sigue, sigue en nuestro dragón, sigue para siempre en nuestra autopista.»
El latido de lo escrito fundiéndose con la respiración.
La melodía, la cadencia, el ritmo, las pausas y la tensión palpitando en la voz del autor.
El placer de una lectura en voz alta de altísimo lujo.
«Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.»
¿Qué sucede cuando a una palabra se le da la vuelta?…
¿Qué sucede cuando en un cuento brota una canción?…
Mmm… (es la alegría que nos hace soñar).
Aahhh!!!! (esto es lo que ocurre cuando menos te lo esperas).
Ooohh!!! (Es el sonido de la sorpresa cuando nos asalta).
Estas respuestas solo las encontrarás en un Festival de Narración Oral: el FESTIVAL MUNT DE MOTS, el festival de narración oral de Barcelona, que se celebra del 20 a 27 de octubre.
Cuentos en prosa y verso, breves y no tanto, que hablan o cantan sobre amor, la rabia, la creación, alguna princesa y las vueltas que una palabra puede dar.
Cuentos en los que brota el humor y quizás también alguna que otra lágrima.
Son cuentos de la pluma de Isabela Méndez y que traen el eco de la tradición oral de su país natal: Venezuela.