Un día hablaremos en este blog sobre máscaras, teatro, actores y personajes con la actriz y escritora ISABELA MÉNDEZ. Pero mientras ese momento llega, compartimos hoy unas palabras del formador, payaso y teatrero JESÚS LARA.
«Sé que en nuestro trabajo se movilizan todas las emociones humanas, por eso creo firmemente que sin calidad humana no hay verdadera calidad actoral.
No confundo el concepto Actor con las personas que ejercen de actores, sé que entre nosotros hay de todo, pero estoy seguro que los actores, como concepto, son un valor para la humanidad por lo que aportan de emotividad, transformación y VERDAD.
Confieso que a veces pienso que nuestra aventura en escena puede verse como la de alguien que, de alguna manera, representa a la humanidad, con sus anhelos y contradicciones.»
¿Qué sucedería si un día despertásemos con un sombrero en la nariz?
PUNTO DE VISTA HENCHIDO DE GOZO (Twitt desarrollado)
Sombreros de nariz, por ISABELA MÉNDEZ
El payaso expone alegre su punto de vista inflamado de humor, redondo y rojo.
Sombrero de su nariz, punto henchido de gozo.
La gramática del payaso, parte de ese punto y llega a él.
Tan incorporado lo tiene, que incluso careciendo del rojo y esférico sombrero de nariz, olfatea al mundo, desde su redondez.
Hoy nos adentramos en el territorio del olvido, de lo que vamos dejando en el camino.
Proponemos un intenso vuelo que no dejará indiferentes a quienes decidan embarcarse en él. La propuesta parte de un profundo y lacerante poema de Isabela Méndez: OLVIDO.
En mitad de la calle
fuera del contenedor
el objeto que fue almohada
caricia, juego,
se curva
mendigando un rescate,
la piedad de algún niño,
o de alguien desolado,
tan lejos de la piel de otros
que opte por llevarlo consigo.
Se rasga el mundo,
la herida derrama gente olvidada
se preñan las esquinas de lágrimas, de óxido,
de ojos que pretenden ser mirados.
Son sierpes las vías,
con veneno para quienes no tienen asilo,
pican sus cuerpos,
se encona el hambre,
el hombre muere
la mujer desmaya
el niño se vuelve libélula sin alas.
Se evita el nombre para olvidar a quien lo porta,
su tristeza, su galope hacia el abismo.
La andadura del silencio quiebra vidas,
disemina grietas,
como esas manos ancianas que reparten pan a las palomas.
Pan a las palomas, no a la gente
es más fácil dar de comer a lo que pronto vuela
que al que puede además pedir una sonrisa.
La náusea encuentra morada
entre yermas murallas,
en estas urbes
que nos reúnen como alfileres…
nos vamos clavando sobre los días,
sin respirar verdor
sin recordar la tribu,
la hoguera para contar cuentos,
los cuentos para estar más vivos,
el rezo para dar las gracias.
Pero sí tiene lugar una letanía de abandonos,
un poner puntos sobre contratos,
un dejar sin sombrero a quien tirita de frío.
El próximo miércoles 19 de junio en Barcelona se celebrará la 5ª edición del Festival Tiflollibre: un festival cultural y participativo, iniciativa de la Associació Discapacitat Visual Catalunya: b1+b2+b3 y organizado por Centro Trinidad, que festeja la palabra dicha en voz alta y la música, para impulsar el libro hablado y promover la integración cultural en la sociedad.
Este 2013, Tiflollibre da un paso adelante en su consolidación como evento integrador y se suma a los actos del ANY ESPRIU, en homenaje a Salvador Espriu en el centenario del nacimiento del poeta catalán.
“Ens mantindrem fidels” (nos mantendremos fieles), el lema del Any Espriu, tomará especial significado durante la celebración del Festival Tifollibre 2013, una fiesta de poesía y música con un marcado acento social que buscará recaudar fondos que irán destinados a entidades que desarrollan proyectos con discapacitados visuales en el Tercer Mundo.
Ese día la música de las palabras a través de la lectura en voz alta por personas con discapacidad visual junto a artistas y a personas anónimas será nuevamente la protagonista de la celebración.
Desde este trapecio de tinta impulsamos festivales de este tipo, tan necesarios, donde poder escuchar el sonido y la música de las palabras al ser leídas en voz alta. Y nos parece especialmente significativo que el festival haya querido sumar su nombre a los actos de homenaje a Salvador Espriu, uno de los escritores en lengua catalana más celebrados por los músicos en esta lengua.
No es casualidad que música y poesía vayan unidas, nunca lo fue.
La aventura de descubrir lo que nos rodea, de ir en busca del otro, pero también la aventura de descubrir el lenguaje y la comunicación, así es la escritura de Isabela Méndez: siempre buceando en las imágenes que evocan las palabras, el sentido que encierran, para llegar al otro.
Los textos de Isabela Méndez son una invitación a la aventura, especialmente sus twitts ilustrados. Textos hiperbreves, nacidos en Twitter, y que por su brevedad y minúsculo tamaño actúan como reclamo para iniciar la aventura de descubrir el relato que encierran. Aventura urbana, el poema de Isabela que presentamos hoy, nació justamente así, de un twitt ilustrado: Flores humanas.
El comentario que el filósofo Amador Martos dedica hoy para la reflexión es también una invitación a emprender una aventura paralela: la aventura más aventura de todas, la de descubrir al otro y constatar que no estamos solos.
Vivimos en sociedades industriales y tecnológicas que nos ofrecen muchas comodidades, tantas que se puede trabajar, comprar y contratar cualquier servicio gracias a Internet. El sistema de producción está pensado para llevar una vida rápida, de inmediatez, de avidez por saciar los sentidos. Esa vorágine de consumismo y de un estilo de vida individualista y solitario ha erosionado paulatinamente las relaciones sociales y familiares. Un modus vivendi que ha sido descrito por el sociólogo Zigmunt Bauman como “sociedad líquida”.
La tesis de Bauman es que vivimos en una “sociedad liquida” sin compromiso duradero entre sus miembros y, por tanto, con un modelo de amor “confluente”, que dura hasta que se acaba el interés de una de las dos partes. A la pregunta de “¿Por qué los hombres de hoy parecen incapaces de amar para siempre?”, Bauman responde: “Porque vivimos en una sociedad que se ha modelado en torno al usar y tirar, al deseo de consumir, a la ausencia de responsabilidades. El consumo como medida de nuestras acciones no favorece la lealtad y la dedicación hacia el otro. Al contrario, apoya una visión de la vida en la que se pasa de un deseo a otro, en la que se abandona lo viejo por la novedad. La cláusula “si no queda satisfecho le devolvemos su dinero”, se ha convertido en el paradigma de toda relación. Esto acaba, también, con el amor”. Entonces el otro deja de ser un fin en sí mismo, como quería Kant, y se convierte en un medio para sí mismo.
La vertiginosa rapidez de los cambios sociales ha debilitado los vínculos humanos. Los potentes lazos que antaño mantenían nuestros antepasados ahora se han convertido en provisionales y frágiles. Así, la felicidad se ha buscado en la inmediatez, en lo individual, en la competitividad, y ha desplazado la solidaridad social, los afectos y las relaciones comunitarias. Sin embargo, paradójicamente, el ser humano no está preparado para vivir en soledad, pues necesita el afecto y la compañía de sus semejantes. Ello se ha notado especialmente en la crisis económica que padecemos: la solidaridad ha aflorado mediante los movimientos sociales y el apoyo de las familias en momentos de grandes dificultades como los desahucios y el desempleo. La actual crisis económica evidencia un anacronismo: hay gentes sin casa y casas sin gentes. Algo no funciona bien en el ámbito económico y político cuando las ciudades expulsan a sus habitantes por medio de desahucios. Los ciudadanos tenemos el deber de recuperar nuestros pueblos y ciudades por y para las personas.
Más que nunca nos necesitamos los unos a los otros. Como certeramente dijera el erudito alemán Karl Wilhelm Von Humboldt: “En el fondo, son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida”.
Estos días en los que el sol no acaba de saludarnos por completo, un buen café y una buena lectura junto a un cuaderno ayudan a fabricar una tarde de cuento.
Algo de esto debió sucederle a Isabela Méndez. A ella pertenece este cuento-twitt sobre una pálida muñequita.
Este precioso cuento con formato de twitt fue distribuido por Twitter y Facebook generando un gran revuelo. ¿Quien dijo que ya no somos capaces de percibir la poesía en lo más simple? Isabela lo consigue, y lo más importante, lo transmite.
El pasado domingo 12 de mayo La pálida muñequita se proyectó junto con otros twitts ilustrados de la escritora en la matinal de ARA VA DE BO que programó Tradicionariusen Barcelona, dentro de la Semana de Poesía de Barcelona. Allí se dieron cita: música, imágenes, poesía e improvisación, en una sesión interactiva y de participación con el público asistente y con el que la siguió desde Twitter con la etiqueta #twittilustrado.
En estos momentos nos encontramos en pleno proceso de desarrollo de un proyecto artístico y cultural que juntas estamos tejiendo entorno a sus twitts ilustrados. Os iremos desvelando los avances desde el trapecio. Mientras tanto, no dejéis de seguirle la pista en Twitter, esta es su cuenta: @mendezisabela.
Hoy cumplimos un año volando, saltando, haciendo piruetas y malabares en la barra de un trapecio, ¡¡¡un trapecio de tinta!!! ¡Más difícil imposible!
Desde esta ventana desde la que me asomo al mundo, GRACIAS a todos los colaboradores y seguidores de este espacio, por acompañarme y responder siempre a mis lanzamientos de guantes, a mis desafíos y retos. ¡¡¡GRACIAS por volar conmigo en la red!!!
Mañana 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro. Una fiesta especialmente significativa para los amantes de la lectura y los autores. Un día, una cita especial para ambos
Siempre he sentido curiosidad por saber cómo descubren los escritores el lenguaje, qué significa para ellos la lectura, cuáles son sus libros de cabecera… Por eso, una jornada como la que se celebra mañana era la ocasión perfecta para hacerle llegar estas preguntas a un poeta, en este caso al chileno Leo Lobos (colaborador de este blog).
Leo, ¿qué fue lo que descubriste en las palabras, en la lectura?
LECTURAS Y EL ENCANTAMIENTO DEL UNIVERSO POÉTICO por Leo Lobos
“Creo que al leer uno se descubre como alguien que pretende descubrir la vida que ilumina la palabra”
Leo Lobos
Arte: COLOR SANTO Autor: Leo Lobos (2010) Técnica: Dibujo, tinta china y pastel sobre papel
He sido un lector incansable desde mi infancia. El libro, los libros de ciencia ficción, aventura, biografías, historia, arte, ciencia, novelas y poesía son fundamentales en la formación del escritor cachorro. En el Liceo leí tres libros claves para entender el mundo de ayer y hoy, que recomiendo leer a todos sin duda alguna: Un Mundo Feliz de Aldous Huxley,Fahrenheit 451 de Ray Brandbury y1984de George Orwell.
Mi encuentro con “escritores vivos” se produjo en la Universidad, a la que ingresé cuando tenía 17 años a comienzos de 1980. He tenido entre mis compañeros de carrera y entrañables amigos, hasta el día de hoy, a los poetas Mario García y Sergio Ojeda. Con ellos fuimos activos participes de los encuentros culturales realizados en la Universidad de La Serena en aquellos años, con los poetas Aristóteles España y Raúl Zurita; y encuentros académicos e informales con poetas como Braulio Arenas, Eduardo Llanos y Arturo Volantines. Desde muy niño he sido un lector perseverante, y desde la lectura a la escritura todo ha ido de manera natural, como del dibujo a la pintura, como de la palabra hablada a la escrita, desde el castellano a un idioma extranjero y desde ahí nuevamente a mi propia lengua.
Creo que al leer uno se descubre como alguien que pretende descubrir la vida que ilumina la palabra. El poeta Vinicius de Moraes decía que no debemos hacer “ninguna concesión a la poesía no vivida”. Pues “la poesía es subversión del cuerpo”, nos dice el mexicano Octavio Paz. Goethe decía: “los poemas que nacen de la nada no me interesan”. “Entonces un buen poema para mí es aquel que logra iluminar la vida vía verbo”, dice el poeta brasileño Roberto Piva.
UN RECUERDO PARA DOS POETAS, DE OTRO POETA
JORGE TEILLIER
Leo Lobos con el poeta chileno Jorge Teillier (a la izquierda de la foto) (La última fotografía tomada al poeta antes de morir, en el año 1996). Fotografía cedida por Leo Lobos
La poesía de Jorge Teillier (Lautaro, Chile 1935 – Viña del Mar, Chile 1996) descansa en principio en la tradición de la representación lárica (poesía del lar, del origen, de la frontera), aunque su obra trasciende el rótulo del arraigo lárico cuyos antecedentes se encuentran en Chile en Efraín Barquero y Rolando Cárdenas. Sus poemas arrancan del recuerdo ingenuo y la nostalgia con una cierta esperanza de asir el paraíso perdido, el cual paulatinamente se desintegra y se convierte en pura imagen soñada. El poeta se inició a los 12 años en la escritura, bebiendo las aguas de los libros de aventuras, Panait Istrati, Knut Hamsun, Julio Veme y los cuentos de hadas. Posteriormente se alimenta de los poetas del modernismo hispanoamericano, de Vicente Huidobro y de la tradición universal de Jorge Manrique, Rainer María Rilke y Francois Villon. Se le vincula también con Höderlin y Trakl. Para él, lo importante en la poesía no es lo estético, sino la creación del mito y de un espacio o tiempo que trasciendan lo cotidiano, utilizando lo cotidiano. El poeta no debe significar sino ser. Postula un tiempo de arraigo frente a la generación de los años 50, que postulaba el éxodo hacia las ciudades.
NICANOR PARRA SANDOVAL
De izquierda a derecha: Leo Lobos, el antipoeta Nicanor Parra y el actor Jaime Celedón. Fotografía cedida por Leo Lobos
Algunos aspectos de la poesía del chileno Nicanor Parra Sandoval (n. 1914 en San Fabián de Alico, cerca de Chillán, Chile) no son ajenos al medio cultural de su infancia y adolescencia. Fuera de cortos períodos vividos en Santiago, Lautaro y Ancud, los años fundamentales tienen como escenario los suburbios de la ciudad de Chillán y lugares próximos, zona, en el centro del país, de donde eran sus padres. El padre fue profesor primario y músico; la madre, de origen campesino, tenía también aficiones musicales y solía cantar canciones del folclore. Junto a numerosos hermanos, Violeta Parra entre ellos, constituían una familia de clase media provinciana, sometida a la incertidumbre de una crónica precariedad económica y de continuos cambios de residencia, causados por los traslados, cesantías (en la época de la dictadura del general Carlos Ibáñez) y la personalidad desaprensiva y errática del padre, un bohemio incurable. Para los hijos, la certeza era la madre: poder de convergencia, cohesión y estabilidad desde el punto de vista del orden de las relaciones humanas. Si bien eran receptivos a los mensajes de la cultura popular urbana, transmitidos por la radio, la victrola, los circos ambulantes, estaban regidos por patrones formativos de los que era portadora directa la madre, es decir, los de la cultura tradicional, solidaria de una conciencia no agredida todavía por los agentes de la alienación moderna, y abiertos a la vitalidad del lenguaje campesino, a su sabiduría, a sus variadas formas poéticas (letras de canciones, refranes, juegos infantiles).
Parra explotará, dentro del contexto de su poesía posterior, la vitalidad y las posibilidades expresivas del lenguaje de la infancia. Y a esa conciencia determinada por los valores y concepciones de la cultura tradicional, esencialmente integradora, habría que verla como un presupuesto biográfico de la intensidad angustiosa con que percibirá, cuando viaje por primera vez a Estados Unidos e Inglaterra, la condición fragmentaria, disolvente de todo sentimiento de unidad, de la vida y la cultura cotidianas en los espacios urbanos del mundo contemporáneo.
Parafraseando a Henry Miller para quien «el payaso es el poeta en acción» este mes junto a la actriz y escritora Isabela Méndez y al filósofo Amador Martos reivindicamos al payaso. Porque asociadas al payaso van la alegría y la tristeza, las dos caras de la moneda: la vida.
¿Qué es un payaso? Un payaso es un corazón al descubierto, un ser que celebra y asume la vida en todas sus facetas. Caroline Dream afirma con poderío que «los payasos no son personajes, son personas, los mas humanos de los seres humanos«.
De noche el payaso tiene consigo la mejor estrella,
abre surcos y agujeros en lo oscuro,
hace flor su pensamiento,
riza el viento con sus ojos
y entre migajas que escaparon a los relojes consigue alimento.
El payaso vive las horas desde adentro. Él es el tiempo de la risa, del llanto que dormita entre la gente, del cansancio que sucede al bullicio.
El payaso es espejo de sí mismo
sin temor a su reflejo,
hace guirnaldas con la tristeza,
deja desnuda su rabia,
se burla de sus errores y los convierte en aciertos.
Al payaso se le perdona ser franco cuando señala nuestro punto flaco.
Si todos fuéramos payasos, iríamos sin armadura por la calle, nos permitiríamos vestir a nuestro aire, besar y abrazar sin buscar un momento señalado para hacerlo, reír cuando apetece con estruendo, no explicar porqué estamos cabizbajos, admitir el miedo, gritar cuando se desea, hablar solos y cantar en los espacios públicos o a un amigo imaginario, no pedir excusas cuando al salir del baño se nos olvidó subir la cremallera.
Brindo por un mundo de Payasos, en el que se considere normal aquello que tanto nos preocupa esconder de nuestra especie de “señores y señoras domadas” de “gente bien” y seria.
Cuando salga con una pantufla por monedero y use mi nariz roja no solo en escena sino en las diligencias diarias, cuando haya ascendido al nivel de “Payasa a tiempo completo”, ya no me encontrareis en esta tierra, seguro estaré flotando en la galaxia de la paz interior.
Ya no me entoncrareis en esta rrieta, segudo estadé toflando en la lagaxia de la zap inretior ….
LA REFLEXIÓN, por Amador Martos
“LA MÁSCARA”
Desde muy pequeño, y también de mayor, he sentido una gran fascinación y un profundo respeto por los payasos. Y no sólo por su capacidad de hacer reír o aportar alegría en un mundo gris, véase en este sentido el trabajo realizado por Payasos sin fronteras, una Organización No Gubernamental española sin ánimo de lucro cuyo objetivo es mejorar la situación psicológica de las personas inmersas en zonas de conflicto alrededor del mundo. El gran mérito del payaso es su capacidad de ser transparente en sí mismo, para sí mismo y para los demás. Ese gracioso actor tiene la rara habilidad de conectar y penetrar emocionalmente en el psicologismo de las personas. Vendría a ser como un psicólogo de las emociones, como un curandero de nuestros males interiores que sana mediante la risa.
¿Por qué necesitamos las personas del payaso, del psicólogo, de los libros de autoayuda y de las diferentes psicoterapias para reencontrarnos con nosotros mismos? Porque para relacionarse con los demás, la sociedad enseña a cada individuo unos patrones de percepción y comportamiento así como un sistema de creencias que podemos llamar personalidad (que en griego significa “máscara”). Esta máscara se interpone entre lo que somos —pura conciencia— y el mundo social. Por desgracia, perdemos la conciencia de nuestro origen sin forma, identificándonos con el instrumento que hemos ido creando como necesidad de adaptación social, considerando a la personalidad como nuestro yo.
Esa máscara social es la que nos impide ser igual de transparente y expresivo que el payaso. Pero quien sepa dar un paso más allá (trans) de ese disfraz, expandiendo su conciencia hacia la dimensión espiritual de la naturaleza humana, accederá a un potencial de crecimiento y autorrealización jamás soñado: pisará un terreno conocido como lo “transpersonal”. El término “transpersonal” significa “más allá” o “a través” de lo personal, y se refiere a las experiencias, procesos y eventos que trascienden nuestra limitada sensación habitual de identidad y nos permiten experimentar una realidad mayor y más significativa. El estudio de esos potenciales más elevados de la humanidad y del reconocimiento, comprensión y actualización de los estados de conciencia unitivos, espirituales y trascendentes son objeto de estudio mediante la psicología transpersonal que, mediante métodos y aplicaciones terapéuticas, ayuda a trascender el ego y sanar así los posibles problemas psicológicos que nos limitan de forma consciente o inconsciente.
Así, el reto de cada cual es identificar cuál es la máscara que le impide ser genuínamente auténtico, transparente en sí mismo, para sí mismo y para los demás, como un payaso, para conectar emocionalmente y experimentar una compenetración profunda con la existencia y la vida.
Isabela Méndez durante una sesión de cuentos coordinada por TRIVIUM Gestió Cultural para Sala Àmbit Cultural de El Corte Inglés Tarragona, 17 de noviembre de 2012 Fotografía: TRAPEZIdeTANA para TRIVIUM Gestió Cultural
«El cuento es un arte vivo que se sustenta en la respiración y el pulso de quien narra y de quien escucha, en un delicioso y delicado equilibrio» Isabela Méndez
Quise que esas palabras fuesen el titular de mi primera entrevista a ISABELA MÉNDEZ, y que hoy se ha publicado en BOOLINO. En esa frase se resume el discurso poético de esta gran artista, poliédrica, como me gusta calificarla.
En esa entrevista se recoge apenas una pizca de todo lo que abordamos cuando trabajamos juntas. En nuestras sesiones de trabajo, siempre la asalto con mil preguntas y curiosidades acerca de su arte y de su oficio. Y siempre bromeamos con empezar a crear un diario de conversaciones sobre arte, teatro, poesía, cuentos, palabras y silencios… Tal vez algún día lo hagamos ¿verdad, Isabela?
Comparto aquí el enlace a la entrevista que el portal BOOLINO, un lugar que busca ante todo entusiasmar a los niños con la lectura y los libros, ha publicado hoy. Lo hago con el deseo de que descubráis a través de nuestro diálogo a una gran artista y mejor persona. Alguien que contribuye con su profesión y su «duende» a construir lazos de comunicación, respeto e integración. Alguien que cree profundamente en el poder de la palabra y el silencio, tan necesarios.
Ambas creemos firmemente que se necesitan espacios para la escucha, que en este mundo hay ya demasiado ruido, que necesitamos sentir el sonido del lenguaje. Estamos demasiado acostumbrados a oír, pero no a escuchar ni a permitir sentir. Y en eso trabajamos.
Isabela, nos queda un largo camino por delante, y eso es lo que importa, el camino. ¡Sujeta bien tu turbante, que empieza el vuelo, amiga!