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Malabares de poesía y reflexión (2): Viajar ligero de equipaje

Estos días muchos hacen sus maletas. Las llenan de todo tipo de objetos “necesarios” con un objetivo principal: que no falte de nada en el viaje. Sin embargo, en casi todos los viajes solemos olvidar coger algo, y en ocasiones resulta que lo olvidado era sencillamente «lo esencial».

Te invito a reflexionar sobre ello con el filósofo Amador Martos y la escritora Isabela Méndez, y a descubrir lo que lleva en su maleta el protagonista del cuento de este mes. Pues resulta que ir ligero de equipaje, sólo con lo básico, puede llegar a ser para algunos muy muy sospechoso.

Tengo curiosidad: en tu caminar por la vida, en tus vacaciones, en tu día a día… ¿qué llevas de equipaje?

EL CUENTO, por Isabela Méndez 

«El viajero»

Título del cuento: El viajero © ®
Título del dibujo: En otro viaje (Técnica mixta) © ®
Cuento y pincelada de Isabela Méndez

Después de pasar por los escáneres, le llamaron aparte.

¿Por qué me retienen? dijo el hombre.

¿Qué hay en su maleta? chilló el segurata.

Una pausa reveló el viajero.

¿Cree que somos tontos? ¡Ábrala ya! –ordenó el segurata, el viajero obedeció.

Todos se paralizaron unos  instantes, al ver la maleta vacía.

Al fin alguien rasgó el  silencio diciendo:

–Esto es muy sospechoso, usted  no podrá embarcar.

El hombre sonrió sereno, tomó su maleta y marchándose dijo:

–Mi viaje era para llevar la pausa donde la necesitaran.

 

LA REFLEXIÓN, por Amador Martos

«El viaje interior»

Las vacaciones son un excelente momento para hacer aquello que, supuestamente, durante el resto del año no es posible realizar. Se programan multitud de actividades hasta la extenuación. Hay avidez de sensaciones para aprovechar el tiempo. Tanto estrés incluso desborda el objetivo inicial de solaz. En el polo opuesto están los que transmutan el descanso en un verdadero placer de inanición física y mental, una “cura de reposo” como dirían algunos. Sin embargo, los expertos hablan del “síndrome post-vacacional”. Incluso hay estadísticas que indican una elevación de los divorcios después del periodo estival.

Lo anterior parece indicar que la gestión del tiempo libre en periodo vacacional requiere de una concienzuda planificación que pocos son capaces de lograr. No más que el tiempo libre durante el resto del año. En el viaje por la vida, al igual que en tiempos de asueto, una óptima gestión del tiempo libre es primordial. La esperanza de muchos seres humanos, que viven para sobrevivir, está afincada en el tiempo libre. Huyendo del trabajo que se hace para sobrevivir, piensan, como Kafka —que escribía en el tiempo libre que le dejaba un trabajo que odiaba—, que en su ratos libres podrán hacer lo que siempre han querido hacer o convertirse en lo que siempre quisieron ser. Pensar certeramente, he aquí la cuestión. Y compartir el pensamiento con los seres queridos, un loable acierto. Conviene hacer una pausa para pensar y amar. El pensamiento y el amor son ligeros equipajes. Un buen libro y un ser querido son los mejores compañeros de viaje. Como dijo el escritor y filósofo español Miguel de Unamuno: “Siente el pensamiento, piensa el sentimiento”.


Malabares de poesía y reflexión (1)

Movida por el deseo de compartir un regalo y de invitaros a descubrir juntos el enigma que encierra, hoy este trapecio pone en movimiento una nueva propuesta, un juego de malabares de poesía y reflexión: la publicación mensual de un microrrelato.

El objetivo es doble: estimular el placer por uno de los géneros literarios más fascinantes de todos los tiempos, el cuento; y provocar la reflexión y el pensamiento que tan necesarios son como espacio de diálogo interno y con el otro.

Los cuentos llevarán la firma y el dibujo de la escritora Isabela Méndez y la reflexión será una invitación al pensamiento del filósofo Amador Martos.

Lanzaos sin miedo a degustar este primer minúsculo relato, a desenredar las imágenes que transmite y a dejar vuestro comentario si así lo sentís.

Feliz lectura y descubrimiento!

El CUENTO, por Isabela Méndez

“El hombre que le temía a sus huellas”

Una vez existió un hombre que le temía a sus huellas. Pensaba que la suerte no le acompañaba y que en cualquier momento podía cometer algún error, por el cual, más tarde, siguiendo sus pasos, le atraparan. El hombre decidió quedarse estático, para así librarse del peligro de LA ACCIÓN y, en especial, de la posibilidad de dejar vestigio.

Contrario a lo que él tramó, por causa de su inmovilidad echó raíces en aquel punto, para después enterarse de que las raíces son las huellas más poderosas. Huellas que primero se prolongan verticalmente y después hacia los lados.

Mirado y admirado por todos, el Hombre-Árbol recibe cada año miles de ojos curiosos que, al marcharse, dejan a su alrededor un campo de huellas interminables.

Título del dibujo: «El hombre que le temía a sus huellas» © ®
Pincelada de Isabela Méndez (Técnica mixta)

LA REFLEXIÓN, por Amador Martos

 “Soy lo que pienso, y lo que no pienso”

El filósofo español Ortega y Gasset nos dejó dicho que “la vida es lo que hacemos y nos pasa”. Y yo añadiría: por acción u omisión. El don de la vida humana, a diferencia de los animales, implica libertad para actuar con o sin responsabilidad, con o sin miedos, con pensamientos acertados o con pensamientos erróneos. Hagamos lo que hagamos y pensemos lo que pensemos, cada acto y pensamiento, inherentemente, predeterminan el sentido dado a nuestra vida. Y sea cual sea el sentido de la vida de toda persona, hay una evidencia común para todos los mortales: cada cual dejará una huella en su familia, en su trabajo, en su sociedad, en su país y, posiblemente, en el mundo. En definitiva, el sentido de nuestra vida y todo lo que consigamos en ella, quedará como obra por la cual nos recordarán y nos meritarán, o no.

Cada cual es dueño de su libertad para dotar de sentido a su vida. Pero el problema subyacente es ¿cómo acertar en dar el mejor de los sentidos a nuestra vida? “La duda es el principio de la filosofía” aseveró el filósofo Aristóteles. Solamente bebiendo de los frutos del saber, podremos comprender el mundo que nos ha tocado vivir así como dar un sentido pleno a nuestra vida. Sólo el conocimiento evitará que seamos esclavos de los errores propios de nuestra libertad. Somos simples mortales en el ejercicio de su libertad, pero el conocimiento es nuestro aliado más fiel para auxiliarnos en tan noble tarea. Por fin me comprendo a mí mismo: soy lo que pienso en el ejercicio de  mi libertad.

Nota para el lector:

Isabela Méndez leerá este cuento el jueves 19 de julio de 2012 en el Pati Llimona de Barcelona en el marco de un encuentro de microliteratura organizado por “La Palabra Mecánica”.

El hombre que le temía a sus huellas” fue publicado en la página 19 del Nº 60-61 de “La Gaceta del Jueves” de París (septiembre-octubre de 2008). También ha sido publicado en el blog de microliteratura “Sea breve, por favor” el día 18 de marzo de 2012.